La OCU ha detectado dos marcas de hamburguesas que contienen carne de caballo tras el análisis de una veintena de hamburguesas frescas envasadas. El etiquetado no advertía que el producto contenía carne equina, por lo que la OCU exige una investigación urgente a las administraciones competentes.

La organización aclara que no se trata de un problema de seguridad alimentaria, pero sí de un engaño, ya que el consumidor cree que compra carne de vacuno y no se le informa en la etiqueta de los ingredientes reales.

Por ello, la OCU se ha dirigido a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición -AESAN-, al Ministerio de Agricultura y a las comunidades autónomas exigiendo una explicación y una investigación urgente que aclare cómo ha llegado la carne de caballo a unas hamburguesas que no mencionan nada de ello en su etiquetado. Exige que se depuren responsabilidades y, en su caso, se impongan las sanciones correspondientes.

Además considera que los controles son inexistentes o, en muchos casos, insuficientes y que el consumidor necesita estar informado por otros canales para estar seguro de que lo que está comprando es realmente lo que desea comprar.

El informe realizado también ha detectado que 16 de las 20 hamburguesas analizadas también llevan sulfitos, otro aditivo cuya utilidad es inhibir el crecimiento de bacterias y mantener el color original de la carne. Para añadir los sulfitos, los fabricantes utilizan un truco legal: denominar a su hamburguesa como "burguer meat".

Otros parámetros analizados son la grasa, el aporte calórico y la sal. La mayoría de hamburguesas supera con creces el contenido de grasa de una pieza de carne de vacuno. Respecto a la sal, la gran mayoría de las hamburguesas tienen un contenido excesivo y nada recomendable, según la OCU. Pero el principal problema que destaca la OCU, es la elevada presencia de tendones y cartílagos, usados en sustitución de carne de calidad.