Miguel López está en la calle porque no existe una prueba sólida que demuestre que mató a su suegra. La Policía no ha encontrado la pistola con la que se disparó a María Del Carmen Martínez que sería la prueba definitiva.

Tampoco se hallaron restos de pólvora en sus manos y ropa cuando se tomaron las muestras nada más producirse el crimen. Además no hay ningún testimonio que lo situé junto al coche donde mataron a la viuda del expresidente de la CAM.

El jefe de mecánicos del taller no vio a Miguel coger directamente las llaves del vehículo. Ha declarado que se imaginó que lo hizo. En su auto, el juez señala las razones por las que le deja en libertad: "El avance en la instrucción si no ha visto desvirtuar los indicios, tampoco ha aportado apenas nuevos elementos que sustenten adicionalmente la acusación".

Aun así hay 23 indicios que le incriminan según el mismo: en primer lugar el móvil económico, las decisiones tomadas en el negocio familiar le perjudicaban y existía un clima de crispamiento.

Miguel tenía acceso a la víctima y pudo quedarse a solas con ella en el lavadero del concesionario donde fue asesinada. Las armas no eran unas desconocidas para él, sabia manejarlas a la perfección y los agentes encontraron varios ejemplares en su casa.

Por no hablar de las lagunas en su declaración. "Hay unas cámaras de seguridad que le graban a una hora hablando en la puerta de su domicilio y él niega haber estado en la puerta de su domicilio", señala Manuel Marlasca, jefe de Investigación de laSexta.

El juez está a la espera de los resultados de los restos biológicos del volante del coche de la víctima. López sigue siendo el único sospechoso del crimen.