Una pareja estadounidense dio a luz hace tres semanas a dos bebés gemelos cuyos embriones estaban congelados y fueron concebidos hace treinta años, en 1992, informaron este lunes medios de comunicación estadounidenses. Según el Centro Nacional de Donación de Embriones (NEDC, en inglés), aunque no hay datos oficiales globales que lo sustenten, estos embriones serían los más antiguos usados de forma exitosa.

La madre es Rachel Ridgeway y solo tiene tres años más que los embriones, que ahora son dos bebés llamados Lydia Ann y Timothy Ronald. La madre biológica de los bebés era una donante de óvulos de 34 años y su padre tenía 50 años cuando fueron concebidos.

Según explica la clínica, otros embriones que serían hermanos de los actuales presuntamente fueron implantados en algún momento en la mujer.

Timothy y Lydia pasaron 15 años esperando en una clínica de fertilidad de la costa oeste, luego otros 15 almacenados en el laboratorio de Southeastern Fertility, una clínica médica asociada a la NEDC. Anteriormente, un embrión de 24 años y otro de 27 eran los más antiguos empleados de manera exitosa en el pasado, a través de NEDC.

La congelación de embriones, una alternativa 'tabú'

Uno de cada diez bebés que nacen en España lo hacen gracias a técnicas de fertilización, y hoy hay más de 668.000 embriones congelados en el país. "Se conservan en frío, en nitrógeno líquido", señala Ernesto Bosch, director de la clínica IVI Valencia.

La Ley de Reproducción Asistida contempla cuatro opciones a la hora de conservar embriones: el uso a futuro, como es el caso de Carla Domenech (50%): "Me encontraron un fallo precoz en los ovarios, por lo que decidí congelar", señala a laSexta. Otras opciones es dárselos a otras parejas (5%), donarlos a la ciencia (18%), o los que finalmente se destruyen (18%). "El problema es cuando los embriones no tienen ninguna opción definida", subraya Bosch al respecto.

Hasta un 12% o, lo que es lo mismo, más de 60.000 embriones congelados en España no tienen destino. No se los puede destruir y las clínicas tienen que seguir pagando por su conservación, tal y como apunta Ernesto Bosch: "No podemos cesar el mantenimiento de esos embriones a no ser que haya un expreso deseo de los pacientes de que eso se haga así, generándose un gasto de entre 200 y 600 euros al año".