Habla como cualquier niña de su edad, pero detrás de Hanaa se esconde una terrible historia. Con ocho años, ya ha sufrido la guerra de Siria: "Lo que me más me gusta de mi escuela es mi maestra Mariam porque nos enseña a leer, escribir y matemáticas. La quiero mucho". Hace un año la hirieron en la espalda y no ha podido andar desde entonces.

Unicef dice, un año más, que le hemos fallado; a ella y a millones de niños de todo el mundo, como los que padecen desnutrición en Yemen, los que malviven en campamentos de refugiados en Bangladesh, o los son reclutados como niños soldados en Somalia.

Lo cuentan en descriptivos dibujos animados por Unicef. Conscientes de que las guerras no terminan con facilidad, piden que al menos se respete a los niños en zonas de conflicto. "Soy feliz porque estoy mejorando poco a poco", ha asegurado Hanaa. Unicef pide colaboración para que, como ella, los niños puedan volver a ser felices.