Antes de la operación que le desconectó parte de su cerebro, Laura sufría crisis epilépticas y peligrosos espasmos varias veces al día. El hemisferio izquierdo quedó afectado durante el embarazo y la actividad eléctrica descontrolada del cerebro le hacía perder cada vez más facultades.
"Le cuesta más mover el brazo, le cuesta utilizar más la mano derecha y además tiene una dificultad de aprendizaje", cuenta su madre.
Los fármacos tampoco resultaron eficaces. La única solución pasaba por entrar en quirófano. 12 horas de laboriosos trabajo. "La intervención consiste en desconectar el hemisferio enfermo no solo del otro, sino del resto del sistema nervioso", explica Jordi Rumià, neurocirujano Hospital Sant Joan de Déu.
La desconexión resultaba vital porque aunque sorprenda, había que dar rienda suelta a un cerebro maravilloso. "Buena parte de las funciones que podrían atribuirse al hemisferio enfermo fueron asumidas por el emisferio sano", revela el neurocirujano.
Cinco meses después de la operación, Laura ha dejado de padecer crisis epilépticas. "Laura ha dejado de hablar sola y se comunica mucho mejor", afirma su madre.
Es un cambio radical para su familia. Después de años de lucha contra la epilepsia, Laura y sus padres por fin sonríen porque saben que nada le puede paralizar.
Otro gasto más
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