El 31 de enero de 2017 fue la primera vez que se vio a Juana Rivas, no quería entregar a sus hijos al que fue su maltratador. Arcuri había sido condenado en 2009 en Italia por un delito de lesiones en el ámbito familiar.

Como en otros casos de violencia machista, Juana volvió con él. Pero en 2016, aprovechando las vacaciones de verano, regresó a España y ya no volvió. "Huyo de Italia porque estoy viviendo maltrato a un nivel alto insoportable", explicaba.

En España, Juana Rivas volvió a denunciarle por violencia de género. Pero Arcuri había reclamado a sus hijos ante los tribunales italianos y le dieron la razón. Por eso, la Audiencia de Granada dictó que Juana debía devolver a los niños. "Yo no los voy a entregar", decía el 25 de julio de 2017.

Juana no se presentó en el punto de encuentro donde debía entregar a los niños. Había huido de su casa y estaba en paradero desconocido. Arcuri la denunció por secuestro. Cientos de personas se concentraron por toda España para defenderla al grito de "Juana está en mi casa".

Después de que el Constitucional desestimara tres recursos de amparo, Juana se presentó en el juzgado. Fue detenida y puesta en libertad provisional sin fianza. "No me voy a la cárcel, me voy a mi casa con mis niños", aseguraba entonces.

Finalmente, entregó a los niños y su padre se los llevó a Italia. Allí, fue también Juana para pedir su custodia. El 31 de octubre de 2017 destacaba que iba a "luchar" por sus hijos.

Un proceso paralelo al juicio en España por sustracción de los niños que ha acabado en condena.