Productos como el ibuprofeno u otras medicinas, ya no están sólo en los botiquines, sino que ahora también los encontramos en nuestros ríos. Diferentes estudios de universidades españolas han detectado la presencia de fármacos y drogas en los ríos. Por ejemplo, el Sar, que discurre por Santiago de Compostela, contiene ibuprofeno en sus aguas.
"Hay más de 50 sustancias como ibuprofeno o cafeína en concentraciones bajas", explica Fernando Cobo, biólogo de la Universidad de Santiagode Compostela. Concentraciones bajas, pero que empiezan a afectar a los insectos. Todavía se está estudiando el efecto que pueden tener a largo plazo en otras especies. "Aparecen deformidades en las piezas bucales de insectos acuáticos", confirma Cobo.
Esteroides, antibióticos, cocaína... los ríos son el reflejo del aumento del consumo de estas sustancias en la sociedad. "Los consumimos y por la orina los expulsamos, eso va a las aguas residuales que en las depuradoras no tienen un tratamiento adecuado y va directamente a los ríos", lamenta Julio Barea, Portavoz de Greenpeace.
El río Tajo, a través de otros cauces de agua como el Jarama o el Manzanares, recibe las aguas residuales de más de seis millones de personas, por eso, a su paso por Toledo, se han detectado sustancias en el agua como ansiolíticos.
Además del Sar y del Tajo, la mayoría de los ríos españoles tienen aguas de mala calidad con sustancias como matacucarachas, en el Guadalquivir, o cocaína y lindano, un insecticida, en la Cuenca del Ebro, por lo que si no se actúa pronto nuestros ríos estarán cada vez más dopados.