Hacemos la prueba. Nos vamos a Castilleja de Guzmán, un pueblo de Sevilla con unos 2.800 habitantes. Allí es fácil encontrar a vecinas que además son amigas. Carolina y Carmen se cuentan su vida, han criado juntas a sus hijos, se han ido de fiesta y son vecinas. En los pueblos la vida es como nos la contaban nuestros abuelos; el pescadero se conoce los motes y la panadera lo que sueles pedir cada día. Vaya, la comodidad de poder decir: "lo de siempre" en los pequeños comercios que te hace crear un vínculo.

En ciudades como Madrid o Barcelona, la vida es más rápida, la gente va y viene de los pisos y casi nadie sabe quién vive a su lado. Así lo ha contado Juanjo, conserje de una comunidad de vecinos en el Barrio de La Guindalera. "Antes las puertas estaban abiertas y ahora no", admite. Y, si lo comparamos con años atrás, Juan que lleva 25 años como portero en un edificio, confiesa que los vecinos no tienen tanta relación como tenían antes.

Las prisas, la digitalización o la desaparición del pequeño comercio son algunos de los factores que hacen que en un país cada vez más poblado nos sintamos cada vez más solos. Antes los vecinos eran parte de nuestra familia, ahora casi no nos conocemos. Por ello, desde el año 2000, el último viernes de mayo se celebra el Día Europeo de los Vecinos. El objetivo de esta fecha es recordar la importancia de crear vínculos con las personas con las que compartimos el día a día y evitar así sentirnos solos. Y es que la soledad no deseada afecta al 13,4% de la población, según un estudio desarrollado por Nextdoor y el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES). Como dice Matilde Fernández, su presidenta, "el 13% de las personas se sienten solas, con una soledad que duele".