La situación en casa de Daniela, con 15 años, era insostenible: "Un infierno, rompía cosas, insultos, se me iba de las manos", asegura la joven. La relación con sus padres estaba rota, al igual que la de Carlos: "Yo solo quería irme y no saber nada... no se cómo iba a acabar pero muy bien no".
Sus padres habían agotado todas las terapias, pero era necesario un paso más. Desde el centro terapéutico 'Campus Unidos', en Brea de Tajo, Madrid, dotan de la ayuda necesaria a los menores con problemas: "Necesitan un espacio residencial en el que puedan calmarse y cortar la relación con los factores externos que están influyendo negativamente con su terapia para empezar desde cero", asegura Eduardo Atarés, director del centro.
Lo primero a lo que les enseñan es a tomar conciencia del problema, les motivan para que hagan cambios y los mantengan a través de normas y rutinas. Les dotan de estrategias para gestionar su autocontrol. "Por mucho que estés en desacuerdo, no les vas a faltar el respeto", afirma Carlos tras diez meses de terapia.
América, Europa y Asia son los nombres de las casas donde viven los jóvenes. Son 12 por instalación en plena naturaleza, allí duermen y reciben terapias individuales y grupales. Progresivamente pueden empezar a tener salidas, rompiendo siempre con el entorno tóxico.
Para los padres la decisión de llevarlos allí no es fácil. Manuel, el padre de uno de los jóvenes asegura que sintió "culpa de dejarlo allí, pero también alivio de saber que está protegido". Clara asegura que sintió que "perdía a su hija", pero ahora, ellos pueden contar que los han recuperado: "Mi hija ahora me ve y me siente. Antes no me veía", asegura Clara.
Daniela y Carlos ya han cambiado, aunque aún sienten miedo al pensar en salir. Ahora quieren comenzar una vida normal y disfrutar de ella.
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