Tras décadas experimentando con animales y haciendo frente a denuncias por presunto maltrato, la comunidad científica ha hecho autocrítica y ha firmado un acuerdo de transparencia. Por ello, 90 instituciones privadas y públicas, se han comprometido a informar sobre la investigación con animales.

"Los científicos no tenemos nada que ocultar, no somos sádicos a los que les guste matar animales", niega Juan Lerma, vocal de Ciencias de la Vida de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE). "Los primeros que no quisiéramos utilizar animales somos los investigadores. Todavía los necesitamos para investigar sobre el origen de las enfermedades y cuáles son los tratamientos que podemos desarrollar", añade Lluís Montoliu, científico del Centro Nacional de Bioteconología (CNB-CSIC).

La mayor parte de ellos son roedores y peces que han sido criados expresamente para la investigación. Los fines son científicos y también docentes, pero las organizaciones animalistas cuestionan estas prácticas y piden su erradicación.

"No se está invirtiendo en métodos alternativos. Para nosotros, el debate es si es ético o no utilizar animales en experimentos dolorosos y terribles que acaban con la vida de cientos de miles de animales o podemos sustituirlos por métodos alternativos". Dichos métodos pueden ser herramientas de bioinformática, cultivos de células o procedimientos in vitro.

La legislación es estricta. deben emplearse estos métodos siempre que sea posible. Si no lo es, se utilizará el número mínimo de animales necesario para lograr resultados y respetando su bienestar. "Somos los primeros interesados en que los animales estén en buenas condiciones, que se les trate bien... porque sino, no valdrían", asegura Juan Lerma.