Tras la victoria electoral, el Gobierno se siente respaldado para seguir adelante con los impuestos que anunció.

"Otros ya sabemos que querían menos recaudación de impuestos, que es tanto como menos política social, menos impuestos para los que más tienen. Pero los que querían eso ya perdieron las elecciones, así que ya sabemos lo que quiere la ciudadanía", ha afirmado el ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos.

Pero esa subida tributaria se pospone hasta 2020 y será de 5.654 millones. No serán impuestos nuevos, sino que serán los que el Gobierno diseñó y no pudo aprobar: la tasa Google, el de transacciones financieras, el IRPF a las rentas altas, el impuesto de sociedades y el del diésel. Aunque si no es suficiente se podría añadir el impuesto a la banca.

"El impuesto a la banca llegaría si el de transacciones no contribuye lo suficiente", ha señalado la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero.

El Gobierno se encomienda a ese paquete tributario y a una excelente recaudación gracias a la marcha de la economía para hacer los deberes con el déficit sin tener que recortar: del 2% de déficit de este año promete a Bruselas reducirlo al 1,1% en 2020, al 0,4% en 2021 y en 2022 conseguir el equilibrio.

"Si el gasto público se mantiene estable, con el crecimiento del PIB se consigue", asegura José María O'Kean, profesor de Economía en la Universidad Pablo de Olavide.

En el programa de estabilidad se prevé un PIB que crecerá moderadamente y una tasa de desempleo que en 2022 bajará del 10%. "Crearemos el 25% de los empleos de la zona euro", afirma Gonzalo Bernardos, profesor de Economía de la Universidad de Barcelona.

Ahora Bruselas deberá decir si se cree o no estas previsiones, con una recaudación de 26.000 millones en cuatro años.