El Ayuntamiento de Pamplona ha iniciado el proceso para la exhumación, el próximo 16 de noviembre, de dos de los principales generales que apoyaron el alzamiento militar contra la República española en 1936 y que dio origen a una guerra civil de tres años.

Emilio Mola y José Sanjurjo fueron dos generales que protagonizaron el golpe militar de 1936, con gran predicamento entre los rebeldes a la República y que fallecieron en sendos accidentes de avión, uno a los pocos días del comienzo del conflicto y otro al año siguiente.

Ambos están enterrados, junto a otros franquistas que cayeron en esa contienda, en la cripta del llamado Monumento a los Caídos de Pamplona, que desde 1998 gestiona el Ayuntamiento, aunque el Arzobispado mantuvo su uso religioso. "No hay aquí ningún atisbo de revanchismo, ni de favorecer a unos o a otros, sino más bien de cumplir la legalidad vigente y de hacer justicia con una parte de nuestra historia", dijo el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, que gobierna la ciudad con una coalición de fuerzas de izquierda.

Aparte de una legislación nacional sobre Memoria Histórica, algunas regiones tienen la suya propia, como Navarra, que prevé la retirada de las menciones y símbolos franquistas, el fomento del estudio y conocimiento de los hechos acaecidos durante la dictadura (1939-75) y la protección de los monumentos de memoria de las víctimas.

Junto a los restos de los generales Emilio Mola y José Sanjurjo, que fueron trasladados a esa cripta en 1961 tras fallecer el 23 de junio de 1937 y el 20 de julio de 1936, respectivamente, en los otros seis sepulcros se encuentran fallecidos de cada una de las divisiones territoriales de Navarra, así como el muerto más joven y el de mayor edad durante la Guerra Civil.