Para el PSOE, vencer no fue ganar, sino cumplir el objetivo, en palabras de Pedro Sánchez: "Nos proponíamos ser primera fuerza de izquierdas". Con la misión cumplida, la victoria cambió de cara y el poder, de manos.

Con sólo 780.000 votos más que en las anteriores autonómicas, pero con la ayuda del voto nuevo, los socialistas tienen más opciones que nadie para presidir ocho comunidades autónomas que no tenían, porque al PSOE no le hacen falta mayorías absolutas.

A nivel municipal, más de lo mismo. El partido de Pedro Sánchez podrá gobernar en capitales en las que no han ganado, como Sevilla o Toledo, siempre que la otra izquierda priorice desbancar al PP.

El PSOE es consciente de que sus resultados son mejorables, pero de momento suficientes, para capitalizar el cambio hacia la izquierda que España, en general, ha decido dar.

Porque nunca antes menos votos han dado tanto poder. De momento el 24M sostiene a Pedro Sánchez, pero los expertos advierten: estos pilares pueden ser frágiles.