Mariano Rajoy alardea en Pamplona de cómo ha reflotado el país. Henchido por los aplausos, ya lanzado, no puede frenar a tiempo: "¿Quién habla hoy en España de recesión y de paro?". Parecía que Rajoy minusvalorava el paro, una grieta que no han tardado en aprovechar sus contrincantes.

Para Ada Colau, "si se pregunta quién habla hoy del paro significa que está muy lejos de la calle y la relidad, y eso explica los malos pronósticos de las elecciones". Por su parte, Pablo Iglesias ha asegurado que "el paro es uno de los principales problemas, y las políticas no han servido. Hay más parados hoy que cuando Rajoy llegó a la presidencia".

Haya más o menos, depende de la cuenta. Lo cierto, dicen los sindicatos, es que la realidad no admite dudas. Fernández Toxo cree que "por mucho que se pinte un país de Alicia en los mítines, la realidad del país es distinta". Una realidad en la que precisamente se excusa Margallo para negar las cuotas de refugiados que la UE le pide a España: "Comprometerte a integrar inmigrantes a los que no puedes dar trabajo es, a mi juicio, un buen servicio".

Mala pasada es la que, según el PP, le jugó a Rajoy el fragor del mitin. Pablo Casado ha explicado que "es una forma de hablar, no podemos entrar con precisión de cirujano a analizar el adjetivo que usamos en un mitin". Pero fue un mitin lo que usó el presidente para excusarse. En Zaragoza, nada de dejar el rectificado para el final: "De lo que se habla en España es de que por fin se crea trabajo". No es que en España no se hable de paro, es que ahora se habla de otra cosa.