La secuencia de imágenes del 23 de febrero, fecha en la que el exteniente coronel Antonio Tejero estuvo cerca de cambiar la historia de España con un intento de golpe de Estado que aún se recuerda en tiempos de democracia consolidada, ha sido analizada de forma constante e intensa.

El objetivo: no dejar escapar ni un segundo de todo lo que aconteció en el Congreso de los Diputados el día que Tejero entró al hemiciclo y, pistola en mano, pronunció unas palabras inolvidables para todos los presentes: "Quieto todo el mundo". Precisamente, entre los que vivieron ese histórico suceso se encontraba Miguel Ángel Aguilar.

El periodista no ha dejado de repasar una y otra vez las imágenes del asalto al congreso de Tejero y el resto de militares desde el mismo 23 de febrero, y entre los detalles que no pudieron apreciar los que no vivieron de primera mano esos momentos de tensión destacó la indumentaria de los militares, que mostraba de forma clara la debilidad del 23F.

¿Por qué esa conclusión reside en el simple hecho de cómo iban vestidos? "Lo esperable de una unidad es que se presente con una uniformidad exacta. Todos iguales, con tricornio, con gorra de visera o con boina. Pero allí cada uno iba a su manera", relata Aguilar, y añade: "Unos iban con correaje y otros con anorak. De los 200 guardias civiles que había estaba toda la pasarela del uniforme militar".

Para Aguilar, la presentación estética de los perpetradores del golpe hablaba por sí sola de la organización del mismo. "No formaban parte de una unidad. Era gente cogida de improviso. No estaban a las órdenes de sus mandos naturales", confirma el periodista. Y es que aquella noche, la de los transistores, la desesperación, la del miedo y la de la confusión, también fue la de las malas combinaciones.