Ha costado pero sí, de la COP28 ha salido —contra pronóstico, contra reloj— un "acuerdo histórico", como se le ha llenado la boca de decir al controvertido anfitrión Sultan Al Yaber (magnate petrolero). Tan histórico como escuálido, coinciden los ecoexpertos.

El divulgador medioambiental Miguel Aguado nos lo resume con una frase tan breve como elocuente: "sí, pero no... y casi, casi, para nada". Porque las presiones de empresas y países productores de los combustibles fósiles han estado a punto de hacer descarrilar la cumbre. De no dejarnos bajar del tren hacia la extinción, para entendernos. No es el salto que necesitábamos, pero sí es un paso que marca la buena dirección. Así nos lo valora todo un ecoguerrillero como el científico Fernando Valladares, experto muy activo en Cambio Climático, Biodiversidad y Transformación Social: "no ha cabido la palabra eliminar, ha habido que hacer malabares diplomáticos con el lenguaje y los intereses, pero sí que es histórico porque se apunta directamente a los combustibles fósiles —el petróleo, el gas, y sobre todo el carbón— y se ha mencionado explícitamente la salud humana, afectada y seriamente amenazada por el cambio climático".

Claves positivas de un acuerdo de mínimos

Quedémonos, pues, primero con lo bueno. Repasamos, resumimos, lo positivo del acuerdo con los expertos:

  • Se ha puesto fecha de caducidad a los combustibles fósiles. Apretando, in extremis, frente a la tremenda presión de los lobbies, pero se ha logrado.
  • La Unión Europea y España con la ministra Ribera han sido claves para este acuerdo por el bien del planeta.
  • Se triplicará la producción de energía renovable a nivel mundial y reducirá el consumo energético a la mitad con programas de eficiencia.

También a destacar que se ha asegurado financiación para esta crucial transición —por no llamarlo cambio de modelo— energético. La fecha de caducidad para los fósiles en Europa será 2035: nos los querrán vender, nos presionarán, pero no los compraremos. Es el compromiso de los 27.

Pinchazos del acuerdo de la COP28

En el resto del mundo... pues ese es el mayor de los problemas, que el texto no es vinculante y deja la aplicación en manos de cada país. Y tampoco hay, por ejemplo, un compromiso para el tope de emisiones de efecto invernadero en 2025. Muy criticable además, señalan los que saben de medioambiente, que esta COP "ha abierto las puertas a falsas soluciones o espejismos como la captura de carbono".

Agudo nos lo sintetiza, de nuevo, muy elocuentemente: "es un acuerdo muy de mínimos, el ritmo de emisiones va a seguir siendo grave para el planeta y van a hacer falta medidas de aplicación más valientes, ambiciosas, fuertes". Así que, con este acuerdo de regusto agridulce, el futuro del Globo (y de nuestra especie) queda más que nunca en nuestras manos: que cada uno haga su parte. Toca reciclar, no contaminar, no malgastar... y presionar a nuestros políticos y empresas —nos exhortan ecoactivistas como Valladares— para asegurar la supervivencia del planeta.