Entrevista a Clara E. Mattei

La economista que desnuda la austeridad: "Con Trump se cayó la máscara. Ya no hay excusas, se golpea a pobres y trabajadores"

El contexto
La profesora de Economía y directora del Centro de Economía Heterodoxa de la Universidad de Tulsa Oklahoma publica 'El orden del capital', donde expone la austeridad como mecanismo de control social al servicio del capital.

Clara E. Mattei Clara E. Mattei Ed. Capitán Swing

En marzo de 2020, cuando el mundo entero todavía trataba de entender qué era exactamente una pandemia, el gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo, anunció que planeaba recortar los pagos a los hospitales que atendían a las personas más pobres y vulnerables de la ciudad.

No era una anomalía. Meses antes, en octubre de 2019, en Santiago de Chile, el aumento en el precio del metro había desbordado un vaso que llevaba medio siglo llenándose. La ciudadanía tomó las calles, no solo contra el alza del billete, sino contra un daño acumulado tras 50 años de privatizaciones. Ante esto, el Gobierno chileno respondió con ley marcial, incluyendo muestras de fuerza policial alarmantes.

No hace falta forzar demasiado la memoria para reconocer un patrón. Los políticos ya no se disfrazan de magos, ni esconden sus verdaderas intenciones bajo capas de promesas humanas y sociales. Hoy alzan motosierras en sus campañas y logran votos prometiendo recortes. "Con Trump la máscara de la austeridad se cayó definitivamente", dice Clara E. Mattei (Italia, 1988) en una entrevista con laSexta, mientras presenta su nuevo libro 'El orden del capital: la austeridad'. "Ya no existe la excusa de una emergencia financiera. No se habla de deuda, se habla de golpear a pobres y a trabajadores".

En su libro, la economista italiana y profesora en la Universidad de Tulsa (EEUU) desarma el relato oficial del capitalismo y saca a la luz los efectos de la austeridad: aquello que sucede cuando el Estado recorta el gasto público en nombre de la solvencia y en favor de la industria privada. Más que una estrategia económica, la austeridad aparece como un mecanismo de control social diseñado para proteger el capital y preservar el sistema en momentos de agitación. Rastreando sus orígenes en la Gran Bretaña e Italia de entreguerras, Mattei muestra cómo, tras la Primera Guerra Mundial, el temor de las élites al ascenso de la clase trabajadora impulsó políticas destinadas a asfixiar sus derechos y reforzar las jerarquías económicas.

Ese patrón, advierte, no es solo una herencia del pasado, aunque muchas veces no se le nombre, la austeridad sigue operando hoy detrás de los discursos políticos contemporáneos. Incluso detrás de políticas tan poco "ortodoxas" como los aranceles de Trump: "Creo que esa fue una jugada no convencional —explica Mattei—. No responde al manual clásico de austeridad, que suele ir de la mano del libre mercado y la expansión".

De manera aún más brutal, para Mattei estas estrategias se manifiestan en el actual panorama geopolítico: "La austeridad es perfectamente compatible con la militarización actual, que está en la base de la destrucción de la existencia de todo un pueblo en Palestina y del sufrimiento de tantos otros".

Según la autora, hoy es evidente la conexión entre el genocidio en acto y el tipo de modelo económico en el que vivimos. "Gaza representa muy bien ese conflicto entre la lógica de los beneficios y la lógica de las necesidades que estructuran nuestra sociedad".

En su ensayo, la austeridad se presenta como "una caja de herramientas para la gestión de la economía". No se trata solo de una especie de escudo para proteger a las élites económicas o de un pegamento para reforzarlas. La austeridad, escribe, funciona como una herramienta eficaz para silenciar las protestas y apagar las huelgas. No busca mejorar los indicadores económicos ni fomentar una mayor disciplina fiscal. Su verdadero poder está en algo más profundo: "La austeridad produce rabia, pero una rabia miope, sin alternativa", expresa.

Estos efectos, advierte Mattei, se perciben en varios frentes. En la falta de organización colectiva para enfrentar los recortes, en el debilitamiento progresivo de los trabajadores frente a condiciones cada vez más precarias, y en la reducción de las personas a individuos aislados que compiten entre sí sin identificar que el problema es estructural.

La fatiga democrática entre los más jóvenes

Una fragmentación que también se visualiza en la fatiga democrática entre los más jóvenes. Diversos estudios muestran que, desilusionados con las promesas incumplidas, son hoy quienes más dispuestos están a renunciar a vivir en un país democrático si a cambio se les garantiza un nivel de vida acorde a sus intereses. Un malestar que, lejos de abrir caminos hacia nuevas alternativas, tiende a canalizarse en formas de frustración: discursos de odio contra inmigrantes o contra quienes perciben como sus enemigos, en lugar de reconocer las raíces estructurales del problema.

Para la economista, esto responde a "una fuerte despolitización". "No ven los problemas en términos de clase y de lucha por los derechos. En cierto sentido, han interiorizado la narrativa del más fuerte, y así es más fácil culpar al inmigrante, alimentar el odio", explica Mattei, quién añade que muchas veces los jóvenes "no han recibido los instrumentos necesarios para politizarse" .

Mattei señala que, en Europa, buena parte de la población sigue sin ser plenamente consciente de la magnitud del autoritarismo porque no enfrenta de manera directa las formas más brutales de opresión que ya se viven en otras regiones del mundo. "Probablemente esto cambie —afirma—, porque ahora la opresión es muy, muy evidente. Y espero que eso lleve a una mayor politización".

Puede que ese cambio esté más cerca de lo que pensamos. Mattei escucha con alarma los planes de rearme europeo. Un movimiento que pretende blindarse ante la amenaza rusa y ante la posibilidad de que una Administración Trump retire su apoyo militar. Para ella, no es un escudo: es una amenaza. No es defensa, es otra forma (más sofisticada) de ataque. "El rearme europeo es, en realidad, una aceleración brutal de las políticas de austeridad", advierte.

La lógica, dice, siempre es la misma. No se trata de gastar menos, sino de gastar mejor... pero, "siempre para beneficio de las corporaciones y de la maquinaria de destrucción, en lugar de destinar recursos a servicios sociales".

"Esto nos llevará a la destrucción —sentencia Mattei—. Como mostró el caso nazi, cuando se produce un rearme, luego las armas se usan. Lo mismo demuestra el caso israelí. Y entonces veremos consecuencias reales sobre nuestra población", concluye.