Mariah Walton lleva luchando toda su vida, pero aún le queda la batalla más difícil: con 20 años, espera un trasplante de corazón y de pulmón.
Nació con un defecto congénito del corazón que podría haber sido corregido cuando era niña de no ser porque sus padres nunca accedieron a llevarla a un médico. Sus progenitores se negaron a ello debido a su religión y aseguran que confiaban ciegamente en que su hija se curaría mediante la oración.
Ahora, y mientras espera su trasplante, Mariah ha decidido llevar ante la justicia a sus padres: "Creo que es el momento de procesarlos". La joven quiere evitar así que otros niños repitan su historia.
Sin embargo, la justicia no le sonríe y es que la ley protege a los padres por la Primera Enmienda, la libertad de religión. Por lo que no pueden ser procesados si su fe les prohíbe la búsqueda de atención médica, incluso si el niño muriera.
Mientras espera que la situación cambie, Mariah está apoyando la legislación de Idaho, Estados Unidos, según la cual se obligaría a realizar tratamiento médico si el niño está en riesgo inminente de muerte.