Europa vuelve a vivir una guerra. En las últimas semanas las tensiones entre Rusia y Ucrania se han recrudecido hasta que hoy Rusia ha iniciado su ataque militar. Los bombardeos no se han limitado a la zona del Donbás sino que han llegado a la propia Kiev y también hasta la región occidental de Lviv. El conflicto entre ambos países era un viejo conocido ya en las gestiones diplomáticas internacionales. Un débil equilibrio de poder e intereses que podía saltar por los aires en cualquier momento. Analizamos los orígenes del conflicto.

Desde 2014, la región del Donbás, en el este de Ucrania, se encuentra inmersa en un duro conflicto que ha dejado ya más de 14.000 víctimas mortales. La anexión de Crimea por parte de Rusia el 18 de marzo de ese año desencadenó una serie de movimientos que han hecho de esta guerra en Ucrania un conflicto a nivel internacional. Pero debemos mirar años atrás para analizar el sentir sobre esta región y los intereses de Rusia.

Uno de los orígenes del conflicto está en la región histórica del Rus de Kiev, un territorio que abarcaba parte de las actuales Ucrania, Bielorrusia y Rusia en el siglo IX. Entonces era la federación de los eslavos orientales, la mayoría étnica de Rusia y Ucrania: su epicentro era Kiev, la capital de Ucrania, y los nacionalistas rusos lo consideran el origen de su historia.

Fue con el reparto de territorios con la II Guerra Mundial cuando la zona bajo dominio polaco y otras regiones colindantes pasaron a formar parte de la república socialista de Ucrania. Esta no incluía en un principio a Crimea. Una región estratégica en norte del mar Negro que era una histórica reclamación ucraniana. En 1954 el entonces líder de la Unión Soviética hizo caso de esta reclamación y Crimea pasó de manos rusas a ucranianas. En 1991 se produce entonces el colapso de la Unión Soviética. En principio Ucrania mantiene una buena relación con Rusia pero con el tiempo se va produciendo un acercamiento hacia occidente, hasta el punto de que en 2012 se elabora un acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea. Rusia se mostró entonces muy incómoda. El entonces presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvick, suspendía la firma del acuerdo en el último momento. Era noviembre de 2013.

Comenzaba entonces el movimiento conocido como Euromaidán. Cientos de personas se agolpaban en la plaza de independencia de Kiev pidiendo que se retomara el diálogo con la UE. Protestas y disturbios de índole europeísta y nacionalista, también con apoyo de sectores ultraderechistas que se extendieron por gran parte del país durante varios meses. Hubo más de 100 muertos hasta que en febrero de 2014 Yanukóvick se exilió de Ucrania.

Una crisis que fue aprovechada por Rusia. Cinco días después grupos prorrusos apoyados por Moscú tomaban las principales instituciones de Crimea y alzaban la bandera rusa y convocaron un referéndum de independencia. Más tarde, Putin reconocía que muchos de estos soldados prorrusos pertenecían en realidad al ejército ruso. Este momento marcó un hito crítico en las relaciones entre Rusia y Occidente.

La península de Crimea tiene un especial interés para Rusia. En la localidad de Sebastopol, al sur de Crimea, está la principal base naval rusa. Hasta ese momento Rusia pagaba un canon a Ucrania por estar en su territorio. Además, esta región había formado parte del territorio ruso durante un tiempo, por lo que en la mente de Putin estaba la vuelta al origen, a un territorio que era suyo.

Un mes después fuerzas prorrusas tomaron varias zonas en el este de Ucrania. Tal fue la presión rusa que el 11 de mayo se declararon independientes las repúblicas de Donetsk y Lugansk, aunque siguen sin ser reconocidas internacionalmente.

Desde que comenzó la guerra del Donbás entre proucranianos y fuerzas prorrusas, la OTAN ha acusado de dar apoyo a los separatistas, algo que Moscú niega. Las negociaciones de paz como el protocolo de Minsk o Minsk II intentaron sin éxito alcanzar un alto el fuego. El conflicto sigue asolando desde entonces al este de Ucrania y dejando miles de víctimas. Naciones Unidas advierte de los crímenes que se han sucedido desde entonces, de la violación de derechos humanos y de millón y medio de personas que han tenido que abandonar sus hogares.

Implicaciones geopolíticas y económicas

Rusia y Ucrania comparten, como ya hemos explicado, lazos históricos. En Ucrania hay ciudadanos que se consideran rusos, concretamente el 17% de la población, un porcentaje que aún es mucho mayor en las regiones prorrusas: en Crimea alcanza el 68% de habitantes que se consideran rusos y en el Donbás, la región al este del país que está en conflicto activo desde 2014, más de 200.000 habitantes han adquirido el pasaporte ruso.

Pero también hay intereses económicos de por medio, como el gas, dado que la mayor parte del que calienta los hogares del noreste de Europa viene de Rusia y pasa a través de Ucrania, que cobra porque el combustible atraviesa su territorio.

Y es que Rusia es uno de los principales importadores de gas natural a Europa -supone aproximadamente el 40% de las importaciones -y muchos de sus gasoductos atraviesan Ucrania para llegar al resto del continente. Moscú ya está buscando alternativas para no depender tanto de Ucrania, pero también es una forma de presionar al país vecino, para quien esto supone una fuente de ingresos.

No obstante, en esta zona también se mueven importantes intereses de carácter geopolítico: Putin no quiere que Ucrania entre en la OTAN y que la Alianza siga expandiéndose. Al contrario, Moscú quiere que vuelva a su configuración de 1997, a lo que la organización se opone.

¿Por qué? Rusia entiende que necesita un 'colchón', una serie de estados que actúen como 'tapón' entre sus fronteras y las de la OTAN por una cuestión de seguridad nacional. Algo que a día de hoy no ocurre, porque desde los 90 se han sumado 14 nuevos miembros a la OTAN y muchos de ellos son repúblicas post soviéticas.

Precisamente, Rusia intenta recuperar la hegemonía del espacio postsoviético, creando organizaciones de índole política y económica, como la Unión Euroasiática, y Putin sabe que eso no es posible sin una de las principales economías de la antigua URSS: Ucrania.

¿Cuál es la situación de las última horas?

El presidente ruso, Vladimir Putin, reconocía hace más de una semana la independencia de las regiones de Donetsk y Lugansk y ordenaba a sus Fuerzas Armadas entrar. En su decreto, Putin hablaba de una misión "para el mantenimiento de la paz".

El viernes pasado, Estados Unidos informaba de que había unos 190.000 efectivos rusos en las fronteras de Ucrania y en las regiones separatistas tras semanas de continua acumulación de tropas. Mientras, Washington y sus aliados imponían el primer paquete de sanciones a Moscú. Sanciones básicamente económicas.

Ahora, tras el ataque esta madrugada de Rusia en todo el territorio ucraniano, la OTAN estudia un nuevo paquete de sanciones mientras se suceden las condenas de los líderes europeos. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reúne con sus homólogos del G7 para trazar medidas más severas contra Rusia después de lo que ha calificado de "guerra a medida" de Putin contra Ucrania.