Lola ha convertido su casa en un pequeño hospital. Es todo lo que necesita su hijo Jorge: tiene siete años y padece una hidrocefalia congénita extrema. Hasta ahora, la Generalitat Valenciana le subvencionaba los medicamentos, pero ahora se enfrentan al copago. En su caso, rondará entre un 40 y un 50%.
Son recortes que, para Lola, lo único que recortan es la vida de su hijo: "Nos están empujando a la muerte". Incalculable es el coste de todos los aparatos ortopédicos que precisa Jorge, y que ahora tendrán que asumir. Por ejemplo, 3.000 euros por una silla de ruedas que hay que cambiar cada tres años. Hasta el dinero de los pañales saldrá de su bolsillo.
Pagan además 300 euros de fisioterapeutas. Las cuentas no les salen: "Va a ser imposible. Nos empujan a la pobreza, al endeudamiento, al desamparo y al no saber cómo vamos a salir adelante".
En la Comunidad Valenciana, más de 200.000 discapacitados van a tener que pagar, en mayor o menor medida, parte de sus medicamentos. El Gobierno valenciano defiende el fin de la gratuidad amparándose en una normativa estatal a la que deben adaptarse las comunidades autónomas.
"Tenemos la sensación de que volvemos a los tiempos de la posguerra, cuando había una sanidad para ricos y una beneficiencia para pobres", afirma el presidente de la Asociación Espina Bífida. Un escollo más a la ya difícil situación de los que más lo necesitan.