Aunque los chinos no se enteren en los kioskos, el mundo entero habla de ellos. En la bolsa sufren la falta de confianza. Los mercados no se fían de su economía ni de sus cifras oficiales. Jordi Rovira, analista bursátil MABIA, ha explicado que "la información que llelga es opaca e interesada".

Pocos son ya los que se creen los datos oficiales de crecimiento. Según el Gobierno chino, su economía creció al 7% en el segundo trimestre. Sin embargo, hay grandes firmas de investigación, algunas hasta casi la mitad.

Las consecuencias de la falta de confianza empeoran la situación. Adrián Zelaia, presidente de EKAI Center, ha dicho que "el efecto psicológico puede magnificar la situación". Lo que argumentan los incrédulos es que no cuadran las cifras. Por un lado, la optimista versión china afirma que su economía no deja de crecer a buen ritmo. Sin embargo, en la otra cara de la moneda están indicadores menos manipulables. La importaciones de materias primas se han desplomado más de un 16%, ha caído el consumo eléctrico y, aunque sube la producción industrial, registra su peor dato desde 2008.

Muchos ven pistas suficientes para afirmar que la locomotora asiática ha comenzado a echar el freno.