La crisis económica ha golpeado duramente a la arqueología, un sector muy ligado a la construcción. "Prácticamente no hay trabajo. En los últimos 4 ó 5 años el descenso de trabajo ha sido abismal", explica el arqueólogo Dionisio Urbina.

Tan abismal que, desde 2008, el 42% de las empresas del sector han desaparecido. Han pasado de 273 a 158 en tan solo cuatro años. Y muchos arqueólogos han perdido su trabajo: de 2.500 a solo 1.000 en 2013. La reducción de las subvenciones también ha jugado un papel relevante en esa destrucción de empleo. “Evidentemente al tener menos fondos, se va a intentar reducir lo más posible, sobre todo la mano de obra. Siempre el trabajo es lo más caro”, asegura Catalina Urquijo, arqueóloga y codirectora de la excavación.

Para conseguir financiación y poder investigar, Dionisio y Catalina crearon su propia escuela. Diez estudiantes trabajan en este yacimiento gracias a la escuela de arqueología lo que les permite formarse como profesionales. Una alternativa que busca que, a pesar de la crisis, este oficio no sea solo cosa del pasado.

Otra alternativa es la que llevaron a cabo en este otro pueblo de Toledo. “Decidimos asumir la gestión directa del parque, para que sea conocido y se mantenga el patrimonio”, afirma Amelia Guzmán, teniente alcalde del Ayuntamiento de Carranque. Después de más de un año cerrado, la reapertura del parque arqueológico ha revitalizado la economía del pueblo. Iniciativas que pretenden recuperar un pasado -el de su profesión- no tan lejano.