Jackson Martínez desembarcó en el Atlético de Madrid con el objetivo de reemplazar a su compatriota Radamel Falcao, que había hecho las maletas con rumbo a Mónaco tras deslumbrar en el antiguo Vicente Calderón.

El ariete cafetero llegó procedente del Oporto a cambio de 40 millones de euros, sin embargo, su rendimiento con la elástica rojiblanca no fue ni mucho menos el esperado, y a los pocos meses compró un billete rumbo a China para fichar por el Guangzhou Evergrande.

Su periplo en Asia transcurrió sin pena ni gloria, y Jackson regresó al viejo continente, donde ha estado jugando en el Portimonense portugués, quedando como agente libre una vez terminada la pasada campaña.

Ahora, sin equipo al término del mercado de fichajes, y tras haber superado una catarata de lesiones, el colombiano se ha lanzado a por su nueva vocación: el canto religioso. "Mi música la definiría como una música centrada en compartir la palabra de Dios", ha señalado Jackson en 'Movistar'.

 

"En un momento crítico de mi carrera, cuando tuve dos cirugías que alargaron prácticamente a dos años el tiempo fuera de las canchas, sin competir, me dediqué un poco más a escribir y tomé la decisión de lanzar un álbum", ha añadido el que fuera pareja de baile de Antoine Griezmann en el Atlético de Madrid.

Sobre su paso por el conjunto colchonero, afirma que las cosas no salieron como él hubiera querido: "Cuando yo llegué, Godín fue uno de los que estuvo pendiente. Juanfran y Saúl también... Yo trataba de conversar con todos. Es verdad que no hice relación de una amistad por los estilos de vida diferente. Escuché un comentario como Jackson no triunfó aquí porque confiaba más en Dios que en sí mismo, pero no fue por eso por lo que las cosas no fueron bien".

Para concluir, sobre su relación con Simeone, asegura no haber tenido ningún problema: "Con Simeone no tuve ningún inconveniente. Le dije que me diera partidos que yo iba a responder y que si no respondía que me dejara... Las cosas no salieron como a todos nos hubiera gustado."