Dicen que lo importante no es la cantidad sino la calidad. Y si esa frase es cierta, la verdad es que Dani Ceballos pudo marcharse bien contento a casa tras el Real Madrid - Atlético. No por el resultado, pero sí por su actuación personal. No fue titular, pero su entrada desde el banquillo dio un aire nuevo a los blancos. Y también dio la razón a Julen Lopetegui y a Luis Enrique.

El mediocentro cambió el partido. Simplemente. Su entrada, en sustitución de un lesionado Bale, dio frescura, orden y profundidad a un equipo que hasta ese momento estaba pecando de timorato. El 24 rompió el esquema de un Atlético que perdió el control y volvió locos a los rojiblancos.

Ceballos tenía el ritmo. Él marcaba el tempo y manejó el juego del Real Madrid. Con velocidad o con pausas, con más o menos toques, era el dueño de la medular. Saúl, Koke, Rodrigo y Thomas, quien entró por Costa para, precisamente, parar al andaluz, apenas pudieron contener las ideas futbolísticas del andaluz.

Se movió como quería. Organizó como quería y movió con criterio el cuero ofreciento un porcentaje de acierto en el pase de más del 90%. Pocos errores, seña de identidad de un mediocentro, y la confianza de un futbolista que, con Julen Lopetegui en el banquillo y con la convocatoria de Luis Enrique con España, ha dejado atrás el ostracismo sufrido con Zidane.

Parece un futbolista completamente nuevo, y es que muchas veces es la cabeza la que manda. Ahora a buen seguro querrá más, y el primer paso para pedir tener más minutos ya lo ha dado: partidazo en el Santiago Bernabéu, ante su público y contra un rival de la talla física del Atlético de Madrid.