Es la fiesta del fútbol español. Lo es, y con razón. El partido con más pasión del año. El que une. El que se disfruta. El que hace sonreír al deporte rey en España. Así es la Copa. Así es el torneo del K.O. Así es un título que, en su edición 2023-24, ha conquistado el Athletic tras derrotar al Real Mallorca en una final que se decidió en la tanda de penaltis.

El Mallorca, espoleado, salió fuerte. Muy fuerte. Sin miedo. Sin temor. Con todo por ganar y con poco por perder. A los mandos, Aguirre. Un 'viejo zorro' en estas lides. Un técnico experto. Sabedor de estas situaciones y de esos que saben transmitir tanto antes como durante de cada encuentro. Sus pupilos, sus jugadores en el Mallorca, son sin duda una extensión del azteca.

El 0-1 fue de esos tantos que se logran a base de garra. A base de insistir. A base de golpear y de golpear. Jugada embarullada, con no pocos rechazos y con un Agirrezabala que hizo lo que pudo. Jugada que no pocos sabían, por cómo se iba desarrollando, que iba a terminar en gol. Y así fue. Dani Rodríguez, desde el punto de penalti, puso la bola lejos de defensas y del arquero vasco para llevar el éxtasis tanto al Mallorca como a su afición.

Tenían un peligro tremendo cada vez que rondaban el arco de los de Bilbao. Los de Valverde, sin fuelle. Sin encontrar fútbol. Sin hallar caminos a la portería de Greif. Derribaron el muro balear, pero Nico Williams estaba adelantado, por poco, y el fuera de juego se confirmó en el VAR.

Final de Copa, segundo acto

Así tocaba llegar al descanso. Tras él, por poco no llega el 0-2. Porque Larin, potente, se impuso en velocidad a la zaga vasca y enfrentó a Agirrezabala. Pero esta vez no. Esta vez el cuero no encontró el camino a la red... en la red del hoy equipo local.

En la del visitante sí. Con un pase espectacular de Nico Williams, Sancet batió a Greif para poner el empate. Para que comenzara un nuevo acto de una obra que comenzó para el Mallorca y que a partir de ahí se puso más que vibrante. Eléctrica. Que entró en una fase de contrarreloj.

Porque era o marcar antes de 'x' minuto o iba a tocar guardar la ropa. Que iba a tocar pensar en la prórroga. En esos 30 minutos de extensión que daban una oportunidad más. Que no se podía fallar. Que era preferible eso a decir adiós y no tener esa opción. Es lo que pasa en la finales. Es lo que suele pasar en las finales.

No fue porque no lo intentaran, pero al final tocaba prórroga. Tocaban esos 30 minutos de añadido. Se derramó sangre, literalmente, con un Muriqi que se encontró con Unai Gómez, quien a su vez chocó anteriormente con Samú Costa. Mucho parón. Poco fútbol. Poca fluidez. Ocasiones, de Muniain de falta directa. Sí, la final se iba a los penaltis.

A los penaltis

Tremenda fue la imagen del Mallorca. De ver a Javier Aguirre. A sus jugadores. A los que tuvieron minutos y a los que no. A su afición. Estaban celebrando. Sin preocupación. Con confianza. Con la mirada de quien esta disfrutando del momento y de la situación. De una final. Pero...

Pero no. No hubo celebración tras la tanda. No recogieron el testigo de los futbolistas que en 2003 ganaron la Copa. Porque el Athletic estuvo más preciso. Porque fallaron dos los de Aguirre. Porque los vascos no lo hicieron. Expertos. Mucho más expertos. Sabiendo manejar estas situaciones. La Copa, rojiblanca. Toca celebración en Bilbao. Después de 40 años, el Athletic es campeón.