Tal como llegó, se fue; ni un 'hola' ni un 'adiós'. En la hora y media larga de concierto que Van Morrison ha ofrecido en Madrid, su voz no se ha dejado escuchar más que para cantar, pero qué voz la del norirlandés a sus 70 años, certera y cálida, un regalo para los oídos que el público ha aplaudido en pie.

Hacía ocho años, desde el concierto que ofreció en 2007 en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, que esta leyenda viva de la música no se pasaba por la ciudad.

El Teatro Circo Price ha sido el espacio escogido para este largamente esperado retorno a la capital española, con casi todas las butacas ocupadas. Su visita se produce tras el lanzamiento de un álbum, "Duets: Re-working the catalogue", publicado en marzo, en el que grandes figuras de la música como Bobby Womack, Mavis Staples o Steve Winwood le ayudan a reinterpretar parte de su catálogo musical.

A cambio, el de Belfast ha ofrecido un repaso a 50 años de historia musical que se ha dejado fuera éxitos como 'Gloria' o 'Here comes the night', de sus inicios como miembro de la banda Them, pero que sí ha incluido 'Brown Eyed Girl', de su debut en solitario, 'Blowin' your mind!' (1967).

Tampoco han faltado otras joyas, como 'Moondance', 'Baby, please don't go', 'Whenever God shines his light' o 'Days like this', además de una colección de versiones que han incluido el 'That's life' popularizado por Frank Sinatra.

Tan loable como la de Morrison ha sido la actuación de su joven corista y la de los cuatro instrumentistas que lo acompañan hasta en edad, excelentes compañeros de viaje que, tras el órgano, la batería, la guitarra y el contrabajo, se compenetran con el saxofón de su capitán para hilar un show de altura, amable, pero sin sobresaltos.

Con ellos y con el pasaje instrumental de "Celtic swing" ha dado comienzo el concierto, antes de que el parco Morrison, vestido en tonos oscuros, con gafas negras y un sombrero fedora, estrenara su garganta con 'Close enough for the jazz'.

Enseguida, y para júbilo del público, ha soltado 'Brown Eyed Girl' y 'Days like this', pasado y relativo presente de su historia, con lo que ya ha dejado más que satisfechas las posibles ansias de clásicos.

Cumplida la hora y 40 minutos de concierto, Van Morrison ha acometido a paso lento y entonando las últimas notas de su guión una despedida a la francesa, sin propina, ni un 'adiós' ni un 'gracias', lo que no ha impedido que su público, puesto en pie, sí le agradeciera este espectáculo.