Ley de Publicidad en Carreteras es la única a nivel nacional. Se puso en marcha en 1988 y todavía sigue vigente. Establece que la publicidad es dañina para la atención de los conductores y la estética del paisaje. Esta semana se ha retirado el luminoso de Firestone de Madrid, en La Calle O´donell número 3. Un cartel con más de medio siglo de antigüedad pero que ha sucumbido a la cruzada "antiluminosos" iniciada por Gallardón en 2009  cuando todavía era alcalde. No ha sido la única ley de publicidad y contra la contaminación lumínica que ha puesto en peligro carteles históricos.

No como el cartel de Tío Pepe, que con lavado de cara incluído espera en un almacén de Madrid su ubicación definitiva. Porque es un símbolo español, lo mismo que el Toro de Osborne. Iván Llanza, Director de Comunicación de Osborne, dice que "ha sido capaz de saltar las fronteras de nuestro país y convertirse en objeto de marca del país".

Adorna las carreteras desde hace más de medio siglo. Y aunque en 1988 se ordenó su retirada, sólo bastó una mano de pintura para pasar desapercibido.  Lo mismo que el búho en Barcelona que vigila la ciudad desde hace más de tres décadas. Tal vez porque el Ayuntamiento apagó sus ojos en los 90. Demasiadas luces, decían, no como en Cullera, que decidieron gastarse 315 mil euros en iluminación para su letrero. Porque unos quieren que su ciudad brille y otros, no demasiado.