En los 60 no había estrella que no tuviera voces trabajando 'a la sombra'. Ser corista no era fácil. Tenían que aguantar la nota por si el cantante principal fallaba. Y, además, bailar, sonreír y tocar la pandereta.

Muchas de estas chicas empezaron cantando en la iglesia y soñaban con hacerlo en primera fila. Darlene Love le hizo los coros a Elvis, a Aretha Franklin y a Las Ronettes, mientras en la discográfica le prometían una y otra vez un protagonismo que nunca llegaba. Acabó tan frustrada que se puso a limpiar casas.

La regla más importante de su profesión era: "nunca destaques más que el solista". Algo que no era fácil para Claudia Lennear, capaz de hacerle sombra a Tina Turner aunque no tuviera un vestido dorado.

Bruce Springsteen también se quedó prendado de su corista. Llevan 22 años compartiendo vida y micrófono.

Pero mantener la sonrisa en aquellos años podía ser complicado. Muchos productores las estafaron al no incluir sus nombres en los créditos.

Otros músicos sí han sabido darles el protagonismo merecido. Cuando los Rolling Stones salen de gira saben que en 'Gimme Shelter' la estrella indiscutible se llama Merry Clyton.