Son las 17:00 de la tarde del 21 de mayo de 2019. Martes. Hace apenas dos horas que se ha constituido la nueva legislatura. La decimotercera. Quizás la superstición también tenga un hueco en la política. El caso es que a esa hora, a las 17:00, abre el registro de la Cámara Baja, el lugar donde los grupos parlamentarios registran sus iniciativas legislativas.

Es una habitación más bien pequeña donde trabajan dos funcionarios. Amablemente, tras el mostrador, reciben a los diputados que, orgullosos, presentan sus ideas para cambiar el país. No les gustan los focos pero pocas veces se libran de salir en la foto. Ese día abrieron la puerta a la misma hora de siempre. Pero ese día ya no era como los demás. Esperando al pistoletazo de salida vespertino estaban ya dos diputados de Vox. Querían ser los primeros en registrar una petición a la Mesa del Congreso para que, de inmediato, suspendiera a los cuatro presos que acababan de acatar la Constitución.

Diputados vistos y no vistos. Registraron la iniciativa a las 17:02. Comida rápida y café de un trago para que nadie se les adelantara. Enviaron un vídeo a la prensa anunciando que eran "el primer partido político que pide la suspensión de los golpistas". No mentían.

Ciudadanos registró la misma petición, casi con los mismos argumentos, cinco minutos más tarde, a las 17:07. Bronce para el Partido Popular, que acudió esa tarde al registro para exigir lo mismo: la suspensión de Junqueras, Rull, Turull y Sánchez de manera inmediata, llegaron a las 17:13 horas. Otra vez el 13. Así que en apenas 13 minutos Vox, CS y PP acudieron al registro para presentar exactamente la misma iniciativa. Una coincidencia nada azarosa. De hecho el miércoles volvió a ocurrir. Los tres grupos coincidieron otra vez en su estrategia. Los tres registraron un escrito pidiendo a la Mesa que revisara las fórmulas de acatamiento de la Constitución utilizadas por los diputados presos. Esta vez punto para Ciudadanos.

Esta carrera con la meta en el Registro es un ejemplo muy gráfico de cómo será esta legislatura. La hora no es importante dicen en PP y CS, lo importante es quién tiene la iniciativa. Llamémoslo hora, llamémoslo iniciativa, lo cierto es que la competición en la centroderecha ha comenzado, no como una carrera de fondo sino como un sprint cada hora de cada día.

Esta primera semana nos ha dado más pistas sobre cómo será la legislatura. Y no pinta nada bien. Se van a necesitar altas dosis de paciencia. Ustedes, nosotros los periodistas, pero sobre todo Meritxell Batet. Quienes la conocen bien aseguran que el temple es una de sus virtudes, que soporta carros y carretas con la cabeza fría. Va a tener que poner a prueba su aguante, no calentarse será complicado. En su estreno asistió a un espectáculo poco edificante. Los diputados de Vox patearon y golpearon los escaños para que no se oyera la voz de los diputados presos o de cualquiera que no comulgara con sus ideas. Una fiesta, la del ruido por el ruido, a la que también se unieron algunos diputados de Cs y del PP. Pocos, pero los hubo.

El Tribunal Constitucional ya dijo en 1990 que las fórmulas imaginativas son válidas si respetan el acatamiento de la Constitución, así que no parece que haya lugar para una discusión jurídica. Sí se podría debatir sobre si debería cambiarse el reglamento para limitar el acatamiento y poner freno al guirigay. Pero, desde luego, aporrear los muebles nunca puede ser la manera de silenciar al adversario en la casa de la palabra.

Para algunos, Batet debería haber llamado al orden a quienes adoptaron esas maneras, otros consideran que debería haber puesto freno a los acatamientos 'mitineros'. No hizo ni una cosa ni la otra. Optó por el temple en su discurso y avisó: "La democracia no son gritos ni falta de respeto". Esperemos que los 349 diputados recuerden esta frase y, ya de paso, que aprendan algo del estilo 'valleinclanesco' de Agustín Zamarrón, el diputado más longevo que nos cautivó con su parlamentarismo prosaico. Por una legislatura llena de Zamarrones.