Hoy es un buen día para el Gobierno de coalición. Por primera vez desde que es presidente del Gobierno, Pedro Sánchez consigue que unos presupuestos de su ejecutivo superen el primer trámite parlamentario, el de las enmiendas de totalidad. Es todo un logro teniendo en cuenta que este país vive con las cuentas prorrogadas de Cristóbal Montoro desde 2018. Hoy es un día para echar la vista atrás y recordar que fueron ERC y Cs quienes tumbaron a Sánchez sus cuentas en un día como el de hoy, un 13 de febrero de 2019. Aquel día, los dos partidos que ahora pueden salvarle decidieron complicar la vida al gobierno socialista y provocar su caída.

En el partido naranja estaba Albert Rivera y el eco de las elecciones ya retumbaba en el hemiciclo. Rivera acusó a Sánchez de ser "un chollo para los independentistas". Esos mismos independentistas que el mismo día, a la vez que Rivera, dejaron a Sánchez colgado de la brocha con sus presupuestos.

Estamos en el mismo sitio casi dos años después pero aunque los actores se llaman igual son distintos. El Cs de Arrimadas pelea por hacerse un hueco en el centro político y no repetir errores de su antecesor. Y ERC ya no va de la mano de Puigdemont y busca distanciarse de Waterloo. Así que ambos partidos, ahora sí, están dispuestos a negociar las cuentas con Sánchez.

Pero en las últimas horas ha ganado peso un tercer jugador: Bildu. Arnaldo Otegi ha anunciado, por sorpresa, que apoyarán los presupuestos, dicen que están contentos con las negociaciones y ven receptividad en el gobierno para asumir sus propuestas. Todas ellas, dicen, sobre derechos sociales y pensiones. Así que Sánchez ya contaría con los votos favorables de los cinco diputados independentistas vascos.

Este movimiento apresurado de Otegi está auspiciado y promovido por Pablo Iglesias. El líder de Unidas Podemos ha querido mover el tablero para meter en él a Bildu y sacar a Ciudadanos, sabedor de que Arrimadas no querrá nunca verse en un pacto junto a la izquierda abertzale.

ERC no estaba al tanto de esta jugada. Y eso a pesar de que el partido de Junqueras y Bildu firmaron un acuerdo para ir de la mano en esta legislatura. Pero la relación entre ambos se ha enfriado. En el partido de Otegi no entienden la buena relación de ERC con el PNV y en el partido de Junqueras no ven tampoco bien la buena relación de los de Bildu con Waterloo. Lo llamativo es que Pedro Sánchez tampoco sabía que Otegi haría un anuncio de semejante calado. Desde el Gobierno dicen que bienvenidos sean todos los votos, que ellos no van a renunciar a ninguno. Lo dicen como si la negociación con Bildu no existiera o el apoyo fuera gratis, pero bien saben ellos que cada voto hay que ganárselo. Y mientras tanto siguen pidiendo a Arrimadas que no vete a ningún partido y piense en el bienestar de los españoles.

Parece claro, a esta hora, que será difícil ver a Cs, ERC y Bildu apoyando juntos las cuentas. Igual de claro parece que no será Sánchez quien tenga que elegir. Será Inés Arrimadas la que tendrá que decidir cómo y cuándo se baja de la negociación. Si lo hace, puede que acabe parafraseando a su antecesor en eso de que Sánchez es un chollo para los independentistas.