No hay paz entre el PP y el PSOE. La guerra la ha declarado Pablo Casado. Lo ha dicho alto y claro el ex dirigente popular vasco, Borja Semper, esta semana en su despedida: "Me incomoda mucho un clima de confrontación permanente en la política. Tengo la amarga sensación de que la política transita por un camino poco edificante". Tres décadas ha estado en política y se va porque no aguanta más. No comulga con la deriva de la política ni tampoco, y sobre todo, con la de su partido.

El Partido Popular tiene muy claro a día de hoy que su posición es solo una: la oposición. De darle 100 días de gracia al nuevo Gobierno, ni soñarlo. Está instalado en el enfrentamiento constante. No es no. No hay ninguna intención en las filas populares de dar un poco de aliento al Gobierno de coalición que acaba de estrenarse. Ni agua. Nada. Ni tan siquiera en cuestiones de Estado que tienen que ver con salvaguardar el funcionamiento de ciertas instituciones. Lo ha dejado muy claro la portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo, en las últimas horas: "Actitud de máxima contundencia y firmeza en la defensa del Estado de Derecho". Ya se han puesto manos a la obra.

Los populares se niegan, por ejemplo, a desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial, el máximo órgano de Gobierno de los jueces. Sus miembros deben ser elegidos por el Congreso cada 5 años. Para ello se necesita mayoría de tres quintos. 210 diputados. El actual Consejo General del Poder Judicial expiró su mandato en diciembre de 2018. Desde entonces no ha habido manera de que PP y PSOE se pongan de acuerdo. Estuvieron a punto después de la moción de censura pero el acuerdo se frustró. Ahora el entendimiento se antoja imposible. Desde la Dirección del PP insisten en que no llegarán a ningún pacto con el PSOE para "no ser cómplices del control que el PSOE ejerce sobre el poder judicial". Lo dicen como si nunca hubieran formado parte de ese pacto. La realidad es que el PP y el PSOE se han repartido siempre, y cómo han querido, el pastel del CGPJ. Ahora todo ha cambiado porque detrás del PP está Vox. Más bien, están sus 52 diputados. Y los populares no quieren dejarles ninguna rendija por la que puedan colarse para acusar a Casado de hacerle el juego a Sánchez. Tampoco el PP quiere trabajar en un acuerdo sobre RTVE. Otro órgano que vive en la interinidad. Su administradora única, Rosa María Mateo, podría abandonar el cargo en los próximos días. Para elegir a otra persona cuando ella se vaya se necesita también mayoría absoluta. Pero los socialistas no podrán llamar a la puerta de Casado para conseguirla porque solo encontrarán un no por respuesta. A día de hoy, ambas partes asumen que no hay ninguna posibilidad para el entendimiento.

Los socialistas no terminan de entender la actitud del PP. Piensan que puede ser una estrategia para "vender" cara su posición final. Una forma de decir al PSOE que sólo les llamen cuando estén dispuestos a ceder y así poder rentabilizar el acuerdo de alguna manera.

En cualquier caso, las negociaciones serias sobre estos asuntos no han comenzado. Hay que esperar a que se celebre la apertura solemne de las Cortes con la presencia de los Reyes. Podría ser la primera semana de febrero. A partir de ahí echará a andar la legislatura. Se celebrarán plenos y se pondrán en marcha las comisiones. Será entonces cuando la cruda realidad se imponga y sabremos si el PP duro que estamos viendo se consolida o acceden a negociar algunos asuntos.

Esta semana ambos partidos también se han enzarzado por el cambio de día del Consejo de Ministros. Ya no será los viernes. Ahora se celebrará los martes. El Gobierno quiere que las cosas que se aprueben tengan repercusión y no mueran con la llegada del fin de semana.

También eso le parece mal al PP. Argumentan que el Gobierno quiere sortear el control parlamentario. En el PSOE están dispuestos a ampliar el plazo de las preguntas de la oposición para que puedan preguntar los miércoles sobre asuntos del Consejo de Ministros del martes.

Así que el PP, si sabe hacerlo, podrá sacar los colores al Gobierno durante más días. Hasta ahora el PP convocaba a los periodistas los viernes a las 15:00 horas para criticar las decisiones del ejecutivo. Casi ningún medio acudía. Ahora tendrá casi toda la semana para denunciar lo que deseen. Y salvo que hagan ruedas de prensa por la noche, acudiremos. Porque se trataba de eso que decía Borja Semper ¿no? De confrontar.