"No seremos libres hasta que todas lo seamos".
"No seremos libres hasta que todas lo seamos".
"No seremos libres hasta que todas lo seamos".
La frase de Halsey resuena en mi cabeza en bucle en esta tarde de domingo gris, mientras la buenahija1 me hace una pulsera de gomillas rosa y azul intercaladas que tengo que lucir en mi muñeca cada día "para acordarme de ella", según le he prometido, la buenahija2 juega en su dormitorio a que baña a su hermanita pequeña, la que aun llevo dentro de mí y el buenpadre, frente a mí, pone al día su agenda con unos cascos naranjas gigantes, que me regalaron el viernes, escuchando el podcast de mi amiga Cristina Mitre, en el que me entrevista.
Pero la frase resuena tan dentro de mí, que hace que se me salten las lágrimas sin darme cuenta…
- ¿Qué pasa mama?
- Julia, tú aunque no sufras las injusticias sociales, lucha por ellas siempre como si las hubieras sufrido en tu propia piel, mi niña, porque si la mujer que está a tu lado sufre, tú también sufres.
- Vale mamá porque hay que defender a los buenos.
Esta mañana he compartido una de las miles de razones por las que el próximo 13 de octubre reivindicaré la necesidad de una conciliación real en la Segunda Prueba "Yo no renuncio" de obstáculos, que celebramos en Madrid. Una marea amarilla de mujeres correrán o andarán juntas porque han sufrido en su propia piel la dificultad de ser madre y profesional en este país y de hombres que se comprometen y hacen equipo para que la corresponsabilidad algún día no sea una asignatura pendiente. Hay muchas razones, pero hoy he hablado de esa brecha salarial, injusticia social que seguimos viviendo.
La desigualdad salarial, según la Encuesta de Personas Activas del 2017, publicada por el INE, marca la brecha salarial media en un 29% en favor del hombre.
Pese a los datos, que siempre parece que refuerzan la realidad social, mujeres han alzado su voz en mi post de esta mañana para dejar claro que ellas no han sufrido tal discriminación, que no conocen empresas donde "eso" ocurra, que ellas luchan a diario y han conseguido sus metas con mucho trabajo y esfuerzo propio, poniendo en duda qué hacemos las demás para conseguir lo que queremos, porque si solo nos quedamos en el sofá mirando o quejándonos no avanzamos…
Respiro profundo mientras se me acelera el corazón.
No me preocupa tanto la falta de información sobre el tema porque eso podemos solucionarlo compartiendo datos oficiales y escribiendo sobre ello para aclarar conceptos, lo que realmente me preocupa es lo que me encuentro a diario en la mayoría de los debates y foros a los que asisto: FALTA DE SORORIDAD.
Por un lado no creo que haya una sola mujer que no haya sufrido discriminación, machismo o desigualdad en su propia piel. El problema es que no lo percibe conscientemente como tal por la educación que hemos recibido en esta sociedad patriarcal.
Por otro lado, independientemente de que hayamos tenido "la inmensa suerte" de ser valoradas 100% en nuestra vida personal y profesional, ¿de verdad vivimos en una burbuja donde solo vemos nuestra realidad? ¿No somos capaces de abrirnos al mundo, de mirar a la mujer de al lado? ¿No somos capaces de ver el sufrimiento en los ojos de otras? A todos los niveles me preocupa mucho este egoísmo dañino.
Tenemos que darnos la mano, tenemos que caminar unidas, tenemos que visibilizar las situaciones de discriminación por ser mujer que se viven a diario y parece que los medios de comunicación y los movimientos sociales como Malasmadres no lo estaremos haciendo del todo bien cuando me sigo encontrando con esta cruda realidad cada día.
Respiro de nuevo y cojo fuerzas para que esto que he vivido hoy y viví el viernes y el otro día y hace un mes… se conviertan en más razones por las que correr por la conciliación, por la igualdad, por el feminismo el próximo 13 de octubre. ¿Te unes?