No hay nada más reconfortante que, cuando llegan los días de frío otoñal, volver a descubrir el calor de una buena sopa a la hora de la comida o la cena. Un plato relativamente sencillo de preparar, bajo en calorías, con un aporte nutricional interesante y del que se están investigando muchas propiedades, como el famoso caldo de huesos.

Aunque es sencillo de preparar, ya que casi todas las sopas y caldos se basan en la cocción en agua de ingredientes que aportan sabor, color, textura y nutrientes, como las verduras, carnes, pescados, mariscos, etc., requiere su tiempo. Y si de algo estamos carentes en la actualidad es de eso precisamente. Por lo que las sopas y caldos preparados podrían ser una vía rápida de disfrutarlos.

Estas sopas preparadas, especialmente las de sobre, tienen tantos defensores como detractores. Además, "las de sobre", según Consumer, parece que son las que más recelo generan porque son casi un polvo donde se pueden distinguir los ingredientes, además de no saber su origen o composición. De hecho, tenemos asumido que nutricionalmente son "peores". Por eso hoy vamos a desgranar qué esconden las sopas de sobre.

Sopas de sobre: fundamentalmente hidratos de carbono

Como todo, hay sopas y sopas, y hay marcas y marcas. Unas peores y otras menos peores. No digo mejores y ahora descubriremos por qué. En principio no tendría por qué, ya que estas sopas no se fabrican de ninguna manera especialmente extraordinaria: se trocean los ingredientes, se deshidratan y, cuando llegan a casa, los reconstituimos añadiendo nosotros agua caliente.

Pero, nutricionalmente, ¿qué nos encontramos? Pues fundamentalmente hidratos de carbono. De hecho, cuando Consumer analizó una de las principales marcas de sopa de sobre ya señaló que era el nutriente más abundante, casi 12 gramos por ración. Aunque no debería ser un problema, porque al final hidratos de carbono tenemos que comer, en lo que sí falla es en la calidad: son hidratos de carbono refinados que proceden de la pasta. Lo ideal hubiera sido que, o vinieran de fuentes de hidratos de carbono complejos, como las verduras, o que añadieran pasta 100% integral.

Grasas: pocas y de calidad variable

Como punto positivo podemos decir que la cantidad de grasa de las sopas de sobre suele ser muy pequeña. De hecho, en el análisis de Consumer vieron que la cantidad de aceite de oliva que tenían algunos productos oscilaba entre el 0,09% y el 0,7%, o lo que es lo mismo, una vez reconstituida la sopa no llegaría a ser ni media cucharada de postre de aceite de oliva.

Pero como con los hidratos, lo que más nos importa no es la cantidad (que también), sino qué tipo de grasa nos están añadiendo en la sopa. Y aquí, la verdad, es que podemos encontrar un amplio abanico de casos: desde sopas que utilizan la grasa del pollo o de la carne, a otras que utilizan aceite de oliva (ojo, que no dicen aceite de oliva virgen extra), hasta las que son de menor precio que pueden emplear aceite de palma. Por eso, si vamos a comprar una sopa de sobre, lo que siempre deberemos hacer es mirar muy bien la etiqueta.

Proteínas: pocas aunque digan lo contrario

También vienen en muy poca cantidad. Pero vamos, lo normal en una sopa porque lo que mayoritariamente consumimos es el agua de cocción. En el caso de las sopas de sobre, podemos decir que aportan en torno a 2 gramos por ración de media. Aunque hay casos que incluso pueden llegar a aportar menos.

Como señala Consumer en su análisis, llama la atención que se pueda ver en los packs de algunas sopas la alegación "fuente de proteínas". Y es que, aunque no es ilegal, al ser un plato que aporta tan pocas calorías (unas 53 kcal, o lo que sería lo mismo, las calorías de media manzana), que como la ley lo que señala es que para poder decir que algo es fuente de proteínas tiene que aportar al menos un 12% del valor energético total, pues con poquito lo vamos a cumplir y por eso lo pueden decir. Para que nos hagamos una idea: en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Hay tan pocas calorías, que las que aportan las proteínas son suficientes para decir que es más del 12% del total.

Casi sin fibra pero con mucha sal

La fibra ni está, ni se la espera. Lo mismo que con las proteínas, son cantidades muy bajas ya que la cantidad de verduras y hortalizas de estos productos es insignificante: lo suficiente para que de color y nos calme la conciencia pensando que al comer la sopa, también estamos tomando verdura. De hecho, casi ninguna sopa. Por eso, truco personal: cada vez que hago caldo de verduras, al retirar las verduras, las trituro, y las incorporo al caldo.

Si de algo pecan las sopas preparadas en general, y en nuestro caso, las de sobre, es de sal. Para que nos hagamos una idea: según el análisis de Consumer, unos 1,9 gramos de sal por ración de media. Si tenemos en cuenta que la recomendación al día es unos 2-3 gramos de sal, con una sopa de sobre podemos decir que casi cumplimos el 80-90% de la sal que deberíamos consumir cada día.

Por lo que podemos concluir que las sopas de sobre son un producto que, desde un punto de vista nutricional, son bastante pobres. Nada que nos haga llevarnos las manos a la cabeza porque hablamos de un caldo de cocción al cual, o se le añade algo, o es prácticamente agua. Eso sí, lo que no deberíamos añadir tanto es sal. Ahí mejor, controlar la mano.