Ya casi está aquí: el verano, el calor y las vacaciones. La carrera para el conseguir una piel bronceada ha comenzado para muchos y, como todos los años, los expertos se afanan por recordarnos la manera más segura de tomar el sol. Como dicen, la piel tiene memoria, y una exposición sin control pasa factura con el tiempo.

Al nombrado melanoma y otros tipos de cáncer de piel también hay que sumar otras alteraciones frecuentes y también importantes ya que hay que tener en cuenta que la exposición al sol aumenta la producción de radicales libres. El exceso de estos está relacionado con todo lo anterior y también con el fotoenvejecimiento prematuro.

Por eso es tan importante cuidar la piel siempre, y, especialmente, en esta época del año. Y no solo hablamos de evitar la exposición solar prolongada a las horas centrales del día, o el correcto uso de un protector solar. También la nutrición tiene mucho que decir en este tema y es de vital importancia que conozcamos los nutrientes que son aliados en el cuidado de la piel.

Nutrientes para cuidar la piel

Hay que tener en cuenta que la piel es el órgano más grande que tiene nuestro cuerpo y que nuestra manera de alimentarnos también se ve reflejada en él. Una buena alimentación, junto con una buena hidratación, son indispensables para mantener la salud de la piel.

Ácidos grasos omega-3 y omega-6

Son fundamentales para mantener la estructura de la piel en condiciones óptimas, además de evitar la pérdida de agua transepidérmica, evitando la piel seca y la descamación. Entre los ácidos grasos destacan el ácido linoleico (omega-6), que interviene en la regeneración de la piel y las mucosas.

Por ello, el verano es una razón más para cuidarnos y recordar que se deben consumir entre 2-3 raciones de pescado azul a la semana para cubrir la recomendación de omega-3, de la misma manera que hay que consumir frutos secos, por ejemplo, por ser una gran fuente de omega-6.

Vitamina A

Una de las vitaminas más conocidas cuando de cuidar la piel se trata. Tiene un papel muy importante en la renovación de la piel, además de ayudar a mantener un bronceado saludable, ya favorece la creación de melanina.

Para poder incorporarla en nuestra dieta contamos alimentos de origen animal como el huevo, los lácteos enteros, aunque también podemos consumirla en forma de pro-vitamina A (betacarotenos) en alimentos como verduras de hoja verde, frutas de color rojo anaranjado, y en el tomate, protagonista absoluto de esta temporada del año.

Vitamina C

Aunque solemos relacionarla más con los resfriados, lo cierto es que esta vitamina es muy importante en la síntesis y reparación del colágeno de la piel, concretamente de la dermis, que suele verse dañado por la radiación solar. Se suele decir que la vitamina C es un fotoprotector natural que neutraliza los radicales libres, incluso se ha visto en estudios que es capaz de retrasar el fotoenvejecimiento prematuro.

Incorporarlo en nuestra alimentación en verano es muy fácil debido a la gran variedad de alimentos que lo aportan, como puede ser el pimiento rojo y el verde, el brócoli, el tomate, las fresas, los cítricos o el melón.

Vitamina E

Además de ayudarnos a mantener sano el sistema inmunitario frente a virus y bacterias, esta vitamina es un gran antioxidante que lucha contra la oxidación de las células de nuestro cuerpo, dando protección a las membranas celulares de nuestro organismo y de la dermis de la piel.

Otros estudios han visto que tiene un papel fundamental en la regeneración de la piel y en la mejora de la sequedad de ésta. Incluso, junto con una dieta rica en selenio, sus efectos se ven potenciados ya que ambos tienen una acción sinérgica. Por ello, alimentos como el aceite de oliva, los frutos secos, las semillas y las hortalizas de hoja verde son grandes aliadas de la piel cuando el calor aprieta.

Zinc

No todo son vitaminas para la piel. Los minerales también tienen mucho que decir y hacer cuando de la salud de este órgano se trata. En concreto, el zinc, además de también estar implicado en la salud del sistema inmune, interviene en el crecimiento celular y en una gran cantidad de reacciones enzimáticas del cuerpo.

Por ello podemos encontrar zinc en nuestra piel, en las uñas o en el cabello. Junto con la vitamina A, es responsable de la regeneración de la piel, la síntesis de colágeno y de elastina, otra proteína muy importante para la salud cutánea.

Para llegar a las recomendaciones de este mineral contamos con los mariscos, especialmente las ostras y los crustáceos, así como carnes rojas, lácteos, los huevos y los cereales integrales.

Antioxidantes

Los pigmentos que hay en los alimentos suelen tener una gran actividad antioxidante que nos protegen de los radicales libres que hemos visto que se generan cuando nos exponemos al sol. Los más conocidos son los carotenoides de las zanahorias, el tomate, el pimiento, incluso de los melocotones, así como los polifenoles que también podemos encontrar en el té verde.

Puede que el betacaroteno sea el carotenoide que más hemos escuchado, y es que, además de ser precursor de la vitamina A, es un gran antioxidante. Es esencial para el crecimiento, mantenimiento y reparación de las células de la piel, favorece la aparición del bronceado y tiene una gran actividad fotoprotectora. Para encontrarlo solo tenemos que buscar frutas y verduras con tonalidades amarillas y anaranjadas como las cerezas, nectarinas, calabaza, boniato o las protagonistas del verano: el tomate y la zanahoria.

Y, aunque es esencial un buen aporte de los nutrientes que acabamos de ver, muchas veces se nos olvida una correcta hidratación como pauta indispensable para una piel sana. Somos capaces de gastarnos grandes cantidades de dinero en cremas hidratantes, cuando lo más hidratante es el agua que bebemos.

Tampoco podemos pensar que ni el agua ni estos nutrientes van a sustituir el uso de un buen fotoprotector cuando vamos a la playa, la piscina, o incluso a la montaña en estos días. Pero es verdad que tampoco el fotoprotector por sí solo va a asegurarnos una buena salud de la piel. El conjunto de los dos es la mejor manera de disfrutar del sol y no pagar las consecuencias en el intento.