El picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) es un insecto coleóptero (un escarabajo) de color rojizo. Se considera una de las plagas de palmeras más destructivas en las zonas cálidas del mundo. Es originaria del sudeste asiático y Oceanía. Sin embargo, debido al movimiento de palmeras vivas infestadas (ligado al comercio e importación de palmeras), el picudo se ha extendido ampliamente a otras regiones de Asia, Oriente Medio, la cuenca del Mediterráneo y el Caribe dando lugar a enormes pérdidas ambientales y económicas. Desde 1994, fecha en la que se introdujo esta especie en España, ha atacado a miles de palmeras, principalmente datileras (Phoenix dactylifera) y canarias (Phoenix canariensis), aunque el insecto no tiene preferencia por un determinado género de palmeras.

El picudo abunda en Andalucía, Murcia, Canarias y la Comunidad Valenciana. Está afectando a la palmera canaria, que es una especie endémica de las islas Canarias que cuenta con cuatro reservas de la biosfera. La palmera canaria forma parte tanto del paisaje como de la economía en parte del sector agrícola, como planta ornamental, en la artesanía para la elaboración de cesterías, esteras, etc., como con fines culinarios como es la obtención de la miel de palma y el guarapo. En 2005 el picudo se detectó por primera vez en Elche, donde está poniendo en peligro el mayor palmeral de Europa, declarado Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. En 2014 se detectó por primera vez en Cataluña. Y en la actualidad apenas ninguna comunidad española se ha librado de él. El primer caso de picudo rojo del que se tiene constancia en Galicia es de enero del 2013, cuando el coleóptero fue localizado en un ejemplar de Phoenis canariensis de una finca de Gondomar (Pontevedra). En A Coruña esta semana se han talado dos palmeras más que han muerto por el ataque del picudo. De momento ninguna de las palmeras de los jardines de Méndez Núñez parece estar afectada. Todas ellas tienen más de un siglo de antigüedad y una de ellas, la de la rosaleda, mide más de 26 m, y aparecen en el Catálogo de Árbores Senlleiras de la Xunta, por lo que están protegidas por la Consellería de Medio Ambiente.

El picudo rojo vive y se alimenta en el interior de las palmeras, condición que hace difícil detectar su presencia. Se pueden encontrar conviviendo al mismo tiempo los cuatro estadios de su metamorfosis: huevo, larva, pupa y adulto. Se trata de un insecto con una gran capacidad reproductiva ya que precisa sólo de 3 a 4 meses para desarrollar todas las fases de su ciclo biológico. Esto significa que se pueden tener como mínimo tres generaciones al año.

Solo abandonan la palmera los adultos y lo hacen cuando ésta no puede acoger a la próxima generación o no queda material vegetal interno para alimentarse, es decir, cuando la palmera está muerta. Las hembras salen con los huevos fertilizados lo que las convierte potencialmente en colonizadoras de nuevas palmeras. Los picudos se sienten atraídos por las kairomonas, unas sustancias que desprenden las palmeras como resultado de heridas realizadas por golpes o podas sin tratar.

Los picudos hembra realizan incisiones en las palmeras donde depositan sus huevos, dejándolos protegidos y fijados por una secreción. En cada puesta pueden colocar entre 300 y 400 huevos, que se mantendrán en esa fase entre dos y cuatro días. Al eclosionar los huevos salen las larvas. El periodo larvario se completa entre uno y tres meses, llegando las larvas a medir 5 cm. Son de color blanquecino y tienen una cabeza oscura dotada de fuertes mandíbulas. La larva se alimenta del tejido vegetal interno de la palmera y como consecuencia de esta acción deja una serie de galerías internas que pueden llegar hasta un metro de profundidad. Es la fase del insecto que más daño causa a la palmera.

Al final del periodo larvario, durante un mes entra en fase de pupa constituyendo una envoltura con fibras de palmera hasta que se metamorfosea en el picudo adulto, que llega a sobrevivir hasta 90 días. Es un escarabajo de color naranja o rojo que a veces presenta manchas negras. Tiene un rostro alargado que parece una cara con trompa, de ahí su nombre.

Los daños que los picudos causan en las palmeras no son evidentes a simple vista hasta casi un año después. Aparecen hojas caídas y descoloridas, y la corona se desploma como si las palmeras hubieran recibido un mazazo en la parte superior. Cuando la palmera llega a este punto de deterioro, suele ser demasiado tarde para salvarla, por eso es tan importante que haya protocolos de vigilancia y seguimiento que permitan una detección precoz, así como el uso de tratamientos preventivos.

Hasta hace poco era un enigma cómo el picudo rojo había logrado prosperar en ambientes más fríos como Galicia. Un reciente estudio apunta a que el insecto se ha adaptado a los vaivenes térmicos derivados del cambio climático. Cada vez son más frecuentes eventos de anomalías térmicas como períodos fríos o cálidos no estacionales. La mayor parte de los insectos detienen su desarrollo morfológico durante periodos anormales de disminución de la temperatura ambiental y entran en un estado de inactividad conocido como quiescencia. Sin embargo, el picudo rojo no interrumpe la transición larva-pupa cuando es sometido a una disminución brusca de temperatura durante siete días, simplemente ralentiza levemente su desarrollo.

A pesar de ser un insecto de zonas geográficas cálidas, el picudo se protege del frío segregando sustancias crioprotectoras, fundamentalmente glucosa, seguida del glicerol y varios aminoácidos, principalmente alanina, pero también hay un incremento de serina, ácido aspártico, histidina, leucina, isoleucina, treonina y valina. Por eso el picudo rojo parece afrontar con más éxito el cambio climático que otros insectos. Si no se actúa frente al cambio climático, se producirá un desequilibrio en el que plagas como el picudo crecerán, mientras otros muchos insectos desaparecerán.

Los resultados de estos estudios pueden ser útiles para el manejo integrado de plagas. Por un lado, la identificación por primera vez en el picudo rojo, de mecanismos fisiológicos que contrarrestan los efectos negativos del frío, refuerza la necesidad de mejorar los modelos predictivos de distribución geográfica. Por otro lado, el conocimiento de las moléculas específicas utilizadas por esta plaga para hacer frente al frío es relevante para prevenir su respuesta adaptativa; por ejemplo, para interrumpir las vías metabólicas que regulan la producción de las sustancias involucradas.

Así, entre los tratamientos biológicos y químicos que actualmente se emplean contra el picudo, hay algunos (por ejemplo, el esfenvalerato) que además producen una disminución de la secreción de glucosa y aminoácidos libres en otros coleópteros. Estos tratamientos podrían ser más efectivos si se aplican cuando la temperatura ambiental es baja, puesto que los ejemplares de picudo que sobreviviesen a ellos tendrían impedida su respuesta adaptativa frente al frío.

En la actualidad se emplean diferentes estrategias para lidiar con la plaga de picudos. El control químico consiste en emplear niocotinoides, sustancias derivadas de la nicotina que tienen un efecto neurotóxico sobre el picudo. Entre ellas está elImidaclopil y el Tiametoxam. También se suele usar la Abamectina, que es una mezcla de avermectinas que afectan al sistema nervioso provocando la parálisis de los insectos. Estos tratamientos se pueden suministrar mediante endoterapia, que consiste en realizar perforaciones con taladro en la palmera de entre 15 y 25 cm de profundidad y ahí inyectar el tratamiento. De esa manera los compuestos activos pasan a la savia y se distribuyen naturalmente por toda la planta. La ventaja de esta administración es que está muy dirigida, al contrario que la pulverización tradicional que podría afectar a otros insectos del entorno.

Junto con los tratamientos químicos, también se emplean tratamientos biológicos. Estos consisten en infestar la palmera con hongos y nematodos que son patógenos del picudo. Uno de ellos es el nematodo Steinernema carpocapsae, una suerte de gusano que le tiende una emboscada al picudo cuando entra en la fase larvaria en la que se mueve. El nematodo penetra dentro de la larva por una abertura natural y la mata desde dentro. Otro tratamiento biológico consiste en usar los hongos entomopatógenos Metarhizium anisopliae y Beauveria bassiana. La infección por hongos provoca la muerte de los picudos adultos en unas tres semanas y además reducen drásticamente las ovoposiciones y la fertilidad de las hembras.

Está resultando muy complicado y caro controlar las plagas de picudos que acechan España. Ningún tratamiento es 100% efectivo. No obstante, los últimos estudios publicados sobre las estrategias de control son esperanzadores. El diagnóstico precoz, la prevención (impidiendo las importaciones de palmeras contaminadas) y el uso coordinado de tratamientos químicos y biológicos está permitiendo mantener las plagas en niveles cada vez más bajos.