En una situación como la que nos encontramos, hay tres cosas que, en mi opinión, no pueden fallar. La primera se refiere a las certezas. Tenemos muy pocas, porque apenas conocemos aún al coronavirus. Una de ellas son los test para detectar la enfermedad. Y esa se ha torcido en los últimos días, al comprar a una empresa china productos defectuosos. Creo que es contraproducente cualquier actuación precipitada que contribuya a sembrar la duda sobre los pocos instrumentos que tenemos para combatir la epidemia.

El segundo aspecto que conviene cuidar en estos días es el consenso. Es evidente que hay partidos o dirigentes políticos que no tienen ningún interés en aparcar la polémica hasta que todo esto pase. A veces es hasta comprensible, viendo los volantazos que da el Gobierno. Sin embargo, creo que Pedro Sánchez tampoco está poniendo de su parte para garantizarse un apoyo, aunque sea precario, de la oposición o los agentes sociales. Todos coinciden al denunciar que en la mayoría de los casos se enteran a posteriori de las medidas del Ejecutivo. El consenso o la comprensión del interlocutor sería más fácil si se le escucha antes. No vaya a ser que tengan alguna buena idea que incorporar a la gestión de esta crisis y nos la estemos perdiendo. Y, desde luego, contribuiría a dar margen a todas las administraciones para aplicar lo que se les impone.

Por último, el tercer aspecto que no debe fallar es que quien dirige transmita sensación de control, que los ciudadanos percibamos que hay alguien al timón que sabe lo que está haciendo y que, dentro del comportamiento imprevisible y letal del coronavirus, tiene algunas ideas claras. Este punto es importantísimo para que la población se sienta, de alguna manera, protegida, segura. Y esto está fallando estrepitosamente. Se hacen previsiones que no se cumplen, se niegan medidas que después se aprueban deprisa y corriendo sin una explicación detallada, se toman decisiones que cuesta luego llevar a la práctica por las divisiones en el seno del gobierno de coalición, se anuncian restricciones que Pedro Sánchez no es capaz de plasmar a tiempo en el BOE para no generar inseguridad jurídica... Hay que conjugar la firmeza a la hora de coger el toro por los cuernos con la humildad suficiente para dejarse ayudar. Sabemos que saldremos de la pandemia socialmente tocados. Intuimos que saldremos económicamente muy débiles. Ahora es bastante evidente también que tendremos que lidiar al mismo tiempo con una crisis política sin precedentes. La combinación de todo eso permite ya en estos momentos vislumbrar un panorama desolador.