Alberto Núñez Feijóo asegura que podría haber un Gobierno de coalición en España "si tuviéramos hombres de Estado, en lugar de políticos adolescentes". En una entrevista en el diario ABC, el Presidente de la Xunta viene a decir que el PP podría facilitar la puesta en marcha de la legislatura si Pedro Sánchez hubiera hecho una oferta seria a Pablo Casado. Estoy segura de que Feijóo es plenamente consciente de que el líder del PP también es un político adolescente, porque en ningún momento ha dejado la puerta abierta a pactos con el PSOE, ni estables ni inestables. Eso es así. Ni Casado ni Albert Rivera. Ambos tenían claro que para ganarse el puesto de líder de la oposición, que es en lo que están, no podían darle a Sánchez ni agua. Y en esas nos encontramos.

Feijóo tiene parte de razón. No hay más que ver el detalle de cómo han sido las negociaciones entre los socialistas y los miembros de Unidas Podemos: que si yo le mandé un whatsapp, que si yo solo leo Telegram, que si yo quiero estar en el Gobierno, que no me llamas, que llámame tú, que primero sí, pero luego no, y yo, yo, yo, yo… En fin. Un despropósito, aparentemente muy poco serio.

De los hombres de Estado, en este país se ha hablado mucho. Generalmente, para glosar a personas que en su mayoría ya no viven. Porque en los últimos años, y Feijóo lo sabe, hombres de Estado hemos visto muy pocos. Aquí se hizo un pacto importantísimo para acabar con ETA y después, se consiguió un acuerdo bastante precario para aplicar el artículo 155 en Cataluña. Y poquito más. Ni siquiera cuando España estaba al borde del rescate.

Por otra parte, el PP tiene un problema añadido: sus políticos adolescentes no consiguen caminar de manera unánime. Si no logras el acuerdo dentro, cómo vas a impulsar acuerdos fuera… Así, tenemos a Cayetana Álvarez de Toledo, que va camino de convertirse en portavoz de sí misma. Sus ínfulas, unidas a su discurso altamente ideologizado en algunos aspectos, no generan demasiadas simpatías en la formación. Pablo Casado la nombró portavoz del Congreso, a pesar de las reticencias internas. O sea, esto se veía venir.

El espectáculo de su enfrentamiento con los dirigentes del PP vasco y la respuesta de estos situándola en "mullidas moquetas" mientras ellos se jugaban la vida, es terrorífico. Incita a pensar en todo, menos en políticos de Estado. En todo caso, convendría preguntarle a Feijóo por qué no dio el paso en el Congreso Nacional del PP en el que se eligió al sucesor de Mariano Rajoy. No solo habría ganado, sino que supongo que entonces no echaría de menos a los políticos de Estado y no echaría de más a los políticos adolescentes. Él no se presentó y al final, apoyó a Casado. Le apoyó aquel día. Después, todo ha sido desmarcarse del líder. Y eso, en mi opinión, es bastante adolescente también.