Está terminando el verano y, si nadie lo remedia, en unas semanas nos encontraremos igual que cuando empezó: vamos camino de unas nuevas elecciones generales. Constataremos, pues, que los políticos han sido incapaces de hacer su trabajo y la patata caliente caerá de nuevo sobre los ciudadanos. Por lo visto, otra vez hemos votado mal. Eso es, más o menos, lo que nos están diciendo.

Supongo que el Presidente del Gobierno andaba necesitado de un descanso estival, pero si semejante situación de bloqueo no exige un esfuerzo extra, cuando el destino de millones de personas está en tus manos, yo ya no entiendo nada. Pedro Sánchez desapareció, después de que PSOE y Unidas Podemos relataran sin sonrojo cómo fueron las negociaciones para formar gobierno. En su caso, me hubiera reservado los detalles de tan bochornoso espectáculo. En qué manos estamos. Imagino que ahora, al menos, habrán aprendido que, para no perderte ningún Ministerio, tan importante es activar las notificaciones de WhatsApp como las de Telegram, una vez que has decidido que los ejecutivos se negocian con emoticonos.

Sánchez, no sé si a su pesar, se está convirtiendo en aquello que siempre criticó: Mariano Rajoy. Tanto que le reprocharon su indolencia, el no hacer nada, el sentarse a esperar, el leer el Marca, el irse a andar deprisa por Pontevedra sin atender a los problemas del país, ahora resulta que no debía de parecerles una estrategia tan nefasta. El líder de los socialistas está jugando al marianismo, a alterar al contrario sin ni siquiera pestañear. Ya vendréis y si no, vamos a las urnas porque eso será lo mejor para España. Suerte que ya lo hemos visto y nos pilla con callo.

En estas últimas horas, leía unas declaraciones bastante alucinantes del Ministro de Fomento en funciones. José Luis Ábalos ha dicho que no tienen miedo a que los votantes de izquierda se desmovilicen en caso de nuevas elecciones, porque “a la hora de la verdad, la gente votará”. Pues venga, pon aquí otra ronda. Que lo solucione la gente, que a mí me entra la risa. Me parece de una irresponsabilidad absoluta pensar así. Decirlo en voz alta ya ni te cuento. No parece interesante jugar con la paciencia del que paga. Ya que, por lo visto, ahora es Rajoy el gurú estratégico para Pedro Sánchez, conviene analizar la última aparición pública del que fuera líder del PP. Ha sido pregonero de la Feria de la Vendimia de Leiro, que es lo que siempre le gustó, por encima del Gobierno y del desgobierno.

Hablando de los cosecheros, Rajoy aseguraba que “el buen fruto solo llega después de un gran esfuerzo”. Y ahí añadía su toque personal: “Por si acaso alguien cree que me refiero a alguien, tengo que decir que tienen razón”. Y así es como estamos, con Sánchez emulando la típica inacción de Rajoy y el propio Rajoy escandalizado, considerando que la pachorra del líder socialista es excesiva, incluso para él. Viva el vino.