2007. Dos fiscales Anticorrupción, el malogrado David Martínez Madero y José Grinda, se tiraron a la espalda la primera de las grandes operaciones mundiales contra la mafia georgiana: la 'Operación Avispa'.

Servicios secretos de 20 países, las unidades de inteligencia de otros tantos, los grupos especiales de información del CNP, la Guardia Civil y el decisivo concurso del área de información exterior del CNI aunaron esfuerzos y, sobre todo, información para desentrañar una de las metástasis criminales más virulentas, peligrosas y despiadadas que ha fabricado el crimen organizado internacional.

En esta operación (y en otras que la sucedieron), la justicia española logró desenmascarar a capos criminales tan conocidos como los 'Vor Zakonen' - Ladrones en la ley -, Zagar Kalashov, Tariel Oniani o Malchas Tetruashvili. Todos vivían a cuerpo de rey en Barcelona y desde allí dirigían su imperio.

El balance de la 'Operación Avispa': decenas de detenidos, cuentas bancarias intervenidas, coches de lujo, yates, inmuebles de alto standing incautados y otras tantas empresas inmovilizadas. Los fiscales españoles habían logrado acuclillar a uno de los clanes criminales más peligrosos del planeta. Con el tiempo, y no pocas dificultades procesales, esos mafiosos han mordido el polvo y han sido condenados.

Los 'reyes' y su 'ejército'

Esta es la superestructura de la mafia georgiana. Sin embargo, por debajo de esos 'Vor' están los 'Kurdis': jefes operativos, capos con mando criminal diseminados por medio mundo, que controlan a las baterías de delincuentes en distintos países que, bajo su tutela y amenaza, roban, trafican y matan por y para ellos.

En España conocimos la 'superestructura' y conocemos, ahora, la 'supra-estructura' de la mafia georgiana. Sólo en Catalunya, decenas de ciudadanos de este país acaparan la mitad de los robos en pisos denunciados en el último año. Además, esos grupos atomizados, de rudo proceder, pero de férrea disciplina, se han hecho con el control de parte del menudeo de heroína cerca del barrio de La Mina en el Área Metropolitana de Barcelona.

Grupos de ciudadanos georgianos bajo el yugo de los 'Kurdis' se alojan en un instituto desocupado en el barrio del Valle Hebrón de Barcelona. Viven y duermen allí. Allí festejan sus golpes, guardan sus botines y sus armas. La policía lo sabe, por eso les detienen de cuando en cuando - en la última operación llevada a cabo el pasado mes de junio, participaron 300 policías entre Mossos y CNP - pero, la mayoría no ingresan en prisión y con la primera luz del nuevo día vuelven a la carga.

Del piso al casino

Lo último que sabemos de ellos es que al menos un grupo de 'patas negras' georgianos, se dedica, ahora, a "zumbarse casinos", en palabras de un policía que les sigue la pista desde hace 10 meses.

Sí, son cutres, rudos, pero solo en Barcelona han estafado más de 100.000 euros en cinco meses. En Madrid, Logroño y Bilbao, otros tantos. Se trata de una banda de estafadores de aquel país que se dedica a sisar el premio que ofrece la ruleta en los casinos o salas de juego.

Grupo organizado

Según las imágenes recogidas por el Casino de Barcelona en una sesión correspondiente al mes de diciembre del año pasado, un grupo de entre 5 y 7 hombres (todos de nacionalidad georgiana) irrumpen en la sala de juego. Todos por separado, como si no se conociesen. Uno de ellos se coloca en un lugar estratégico, controlando al personal de seguridad. Los demás, como quien no quiere la cosa, se despliegan alrededor de la mesa que sustenta la ruleta electrónica, esa que de forma automática lanza una bolita, que no precisa de croupier y que está tapada por una burbuja de plástico.

Cuando los miembros de la banda han copado la mesa y no aparecen moros en la costa, uno de ellos saca un taladro diminuto con el que horada la cápsula de plástico que envuelve la ruleta. A continuación, otro introduce un alambre en el orificio resultante, alambre que usan para colocar la bolita en el hueco del número escogido que coincide, lógicamente, en número en el que han depositado la apuesta.

Revientan la banca

Sólo son cinco segundos. En un 'plis', ganan a la banca y se hacen con el premio que, según lo 'caliente' que esté la mesa, puede oscilar entre 500 y 3.500 euros.

Eso ocurría en diciembre. Sólo por escasos segundos los malhechores huyeron sin que los agentes de seguridad del establecimiento pudieran interceptarlos.

Sin embargo, la dirección de seguridad había obtenido un botín aún más suculento que el conseguido por los estafadores: las imágenes de los miembros de la banda y, sobre todo, las imágenes que mostraban la estrategia y su sistema para estafar al casino.

Investigación policial

La dirección de seguridad del Casino no dudó en poner en conocimiento de la policía dichas imágenes, que a la postre, constituyeron y constituyen una prueba irrefutable. Es desde ese momento y gracias a ello, que la Policía detecta, identifica y sigue la pista a esta banda. Se trata de ladrones de pisos profesionales que han encontrado en los casinos y salas de juego otra "línea de negocio".

Detenciones y siguen libres

En estos últimos seis meses se les ha detenido en diversas ocasiones. Siempre, salvo en el caso de Merabi K. de 35 años (el capo del grupo), todos han quedado en libertad (Merabi solo pasó 15 días en la cárcel y los pagó por el robo de un piso y no por estafar a un casino). Los jueces concluyen que se trata de una mera estafa, que no hay delito contra las personas y que, por lo tanto, no se justifica la medida cautelar de prisión provisional.

Según fuentes policiales consultadas, al menos 6 casinos o salas de juego de Barcelona y Martorell han sido objeto de estafa por parte de este grupo.

La Policía aprieta y la delincuencia se mueve, es por ello que esta banda está detrás de otras estafas en casinos y salas de juego de Bilbao, Logroño y, sobre todo, Madrid.

Esta es, pues, la última modalidad de la 'supra-estructura' criminal de esa delincuencia de origen georgiano.

Mafia pura

La mafia georgiana les ampara, les protege y les amenaza. Muñirán la teta de los casinos hasta que la justicia, de una vez, diga ¡basta! Y entonces, volverán a su madriguera, en la retaguardia, a barruntar otro objetivo que muñir.

Esta es la mafia georgiana que campa a su anchas en nuestro país: los capos y sus peones. Como dijo en más de una conferencia el fiscal Martínez Madero, "la mafia primero viene y se instala, luego blanquea y, más tarde, corrompe la estructura pública".

La mafia georgiana ha aprobado ya los exámenes de acceso a las dos primeras fases. Si no lo impedimos, lo suyo se va a convertir en sistémico.