La campaña semperiana de Alberto Nuñez Feijóo para mostrar moderación y robarle votantes al PSOE por las reformas de la sedición y la malversación le ha salido rana. La concepción de la criatura había sido traumática al producirse en la semana en la que los socios de su coaligado en Castilla y León habían decidido dar un golpe de Estado en Brasil pero una rueda de prensa de su socio de coalición de Vox le ha abortado de manera definitiva la puesta en escena. Ha muerto antes de nacer, y como un nasciturus con malformación, tampoco tenía posibilidad de sobrevivir más allá de un par de días gobernando con la extrema derecha. Era cuestión de tiempo que los ultras mataran el plan del PP aunque no se esperaba que fuera con tanta agresividad. Ha sido violento presenciar la muerte de la estrategia de moderación de Feijóo.

El protocolo presentado por Juan García Gallardo, vicepresidente de Castilla y León, sobre la obligatoriedad para los sanitarios de ofrecer a las mujeres que fueran a abortar la posibilidad de escuchar el latido fetal no lo conocemos más allá del anuncio del ultra de Vox en la rueda de prensa de acuerdos del gobierno de Castilla y León. Nadie lo ha enseñado ni mostrado. Lo que sí sabemos seguro sobre el protocolo fantasma es que ha tenido la capacidad concreta y real de abortar la estrategia de Feijóo sobre la moderación. Porque si algo tienen los fantasmas es que cuando son creíbles acaban provocando consecuencias reales en los que los tienen miedo. Y Feijóo tiene mucho miedo a los que le tutelan y necesita para gobernar. Por eso guarda silencio intentando que otros le ahorren el disgusto de tener que balbucear explicándolo. Sabe que no gobernará sin Vox y nunca saldrá de su boca una palabra que rompa ese puente.

El éxito de gestión del gobierno de Castilla y León es épico en términos políticos. Un ejemplo a evitar que se muestra descarnado cada vez que el sinsorgo de su vicepresidente abre la boca, un desastre absoluto que solo es noticia por sus desastres cotidianos. En todos aquellos lugares donde el PP ha necesitado a Vox para gobernar ha salido un gobierno con malformación congénita. Mañueco dice que su vicepresidente miente. Sémper que el gobierno de Mañueco no es sensato. Una ruina consuetudinaria. El circo de tres pistas de la moderación coaligada con los ultras es el camarote de los hermanos Marx en forma gobierno.

Las terminales mediáticas de la reacción se pusieron nerviosas por la ocurrencia de Vox en un momento en el que creían que tenían al gobierno acorralado con sus polémicas fetiche. La entrevista de Ana Rosa Quintana, con su feminismo liberal de saldillo, fue el ejemplo perfecto que lo demuestra al reprochar a Juan García Gallardo que le dio un balón de oxígeno al gobierno. Su escaso conocimiento de lo que es Vox, más allá de considerarlos necesarios para despojar a la izquierda, les hace pensar que lo ocurrido ha sido un error porque ha perjudicado la estrategia del PP de Feijóo. El hecho es que para Vox es un éxito incontestable porque el aborto es el tema que más daño puede hacer al PP por ambos flancos electorales y establecer este tema como centro del debate en la batalla cultural solo le puede producir beneficios en su espectro ideológico. Pero al PP lo destroza.

El aborto es un tema que en el PP es tabú porque quiebra de forma profunda las familias que existen dentro del partido. Es un asunto que los fractura porque muchos de sus miembros piensan como Vox, que se debería prohibir, mientras otros han dado por amortizado el tema al considerar que es un tema superado y aceptado en la sociedad y han progresado con ella. En la batalla con Vox por el votante más ultra en su intento de aglutinar de nuevo a toda la derecha es un torpedo en la línea de flotación. La derecha ultracatólica apoya los postulados de Vox en esta polémica y el PP tiene todas las de perder en ese debate. Una merma que se produce también en su intento por robar espacio al PSOE por el centro con un debate tóxico para esa estrategia. Varias encuestas insistían en difundir que el PP de Feijóo había logrado quitar al PSOE un porcentaje de votantes oscilante entre el 10 y el 15% gracias a las medidas de reforma del código penal para acercarse al independentismo. La polémica sobre al aborto anula cualquier posibilidad de avanzar sobre ese flanco y el PSOE ha hecho sangre conocedor de que el error puede ser mortal para los conservadores. No hay Sémper que anule la percepción de que el PP con Vox supondrá un retroceso en los derechos de las mujeres. Vox dispara a Feijóo con el aborto y el PSOE echa sal sobre la herida.