La izquierda nacional necesita paciencia después de la efervescencia de la última década. Es necesario pararse a pensar y asumir la realidad que el momento de época nos ha traído y conjugar de manera eficiente la debilidad orgánica con la representación electoral y las alianzas con aquellos partidos que, sin tener el mismo proyecto, comparten preocupaciones principales. Sumar se equivocó presentándose en Galicia porque no se daban las condiciones de trabajo previo para hacerlo y tendría que haber asumido que su papel era el de promover el cambio en la Xunta a través del BNG y el PSOE. El mayor problema de la izquierda en este último lustro ha sido el de luchar de manera frontal con la realidad sin asumir la correlación de fuerzas. No saber elegir las batallas y desgastarse donde no existe posibilidad de éxito.

No se puede cometer el mismo error en las elecciones vascas que se celebrarán el próximo mes de abril. Sumar tiene que conformar alianzas y redes de confianza que también pasan por dejar el camino libre a las formaciones progresistas allá donde no existe posibilidad de ser útil. Eso pasa en las elecciones vascas por dejar el camino libre a Bildu, que ha demostrado ser un socio responsable en el Congreso facilitando la conformación de un gobierno progresista y ayudando a la aprobación de leyes para la mayoría. Sumar tiene que pedir el voto para Bildu y que sea Pello Otxandiano el candidato de la izquierda transformadora, no presentarse a las elecciones y gastar sus energías en crear redes y estructura en las zonas donde no existen formaciones de izquierdas con fuerza para empujar en favor de los derechos de los más vulnerables. Implantarse lleva tiempo y requiere ser responsable no desgastando el proyecto cosechando fracasos electorales de manera encadenada.

Las elecciones gallegas han dejado claro que no existe espacio para una izquierda nacional en los lugares donde no hay implantación territorial y ya existen formaciones de izquierdas con años de trabajo. No hay tiempo en el ciclo electoral próximo para desplegar candidaturas con la fuerza suficiente para conformarse como alternativa y toca jugar con las cartas que la realidad, los errores y la coyuntura han dado. Sumar solo tiene sentido en la actualidad como una plataforma confederal para aglutinar a formaciones de toda España en un proyecto común que proporcione eficiencia electoral y liderazgos sólidos en los comicios generales. Un proyecto sólido con implantación territorial no se consigue mediante un aluvión en un momento valle para la izquierda. Si la experiencia de Podemos puede enseñar algo es que de nada sirve aprovechar los momentos de efervescencia política si no se usan para construir una red por abajo que sostenga el partido cuando las cosas vienen mal dadas. Porque siempre vendrán momentos de depresión política, y más en la izquierda.

Sumar tiene que dejar de mirar a Podemos, ni ofrecerle alianzas, ni culparle de los malos resultados por las crisis internas por mucha razón que le asista. Eso no va a cambiar y debe dejar que Podemos siga avanzando hacia el precipicio sin contar con ellos. En Sumar se equivocaron presentándose en las gallegas en este momento de debilidad orgánica y se equivocaron ofreciendo a Podemos una alianza que hubiera nacido muerta del mismo modo que estuvo muerta la coalición electoral de las generales. La unidad de la izquierda es un animal mitológico cuando no se dan las condiciones y ahora, por mucho que se repita el mantra, no se dan ni para presentarse en alianza ni para presentarse en territorios donde no existe organización ni trabajo previo de base. Sumar y Podemos solo son capaces de pensar en lo electoral. Ahora mirarán a las elecciones vascas y las europeas. Pero en lo que de verdad deberían centrarse es en lo que están haciendo en los pueblos extremeños, en las ciudades andaluzas o en los barrios madrileños. El partido de Yolanda Díaz tiene que dejar de pensar en forjarse solo como máquina electoral y capilarizarse a través de los movimientos sociales, dando salida a sus reivindicaciones y haciendo un trabajo de base que no va a proporcionar ningún rédito en el corto plazo pero que es lo único que salvará la posibilidad de que una fuerza a la izquierda del PSOE sobreviva cuando lo institucional decaiga, porque lo hará, y en ese momento solo la base sostiene.

Sumar no está de acuerdo con esta manera de entender la coyuntura y cree que la única forma de desplegar su partido es a través de la presencia en todas y cada una de las elecciones que se den por la presencia de las elecciones europeas mientras se crean las estructuras orgánicas. Es una decisión política que hay que respetar, pero convendría que dejaran de pensar dentro de la formación e hicieran un ejercicio de prospección intelectual fuera del partido que les permita analizar sus opciones con una visión más limpia de ataduras orgánicas. Es necesaria una izquierda que sepa leer los momentos de época y escuche los flujos históricos. La última década de ascenso populista de las izquierdas ha terminado y estamos en un momento de retroceso reaccionario así que es necesario acompasarse a los ritmos históricos y subordinar a ese proceso los planes, la estrategia y los movimiento tácticos. La corriente de época empuja a Sumar contra la orilla, intentar nadar en contra de una fuerza de la naturaleza solo conducirá al proyecto al naufragio. Sumar tiene que ahorrar fuerzas y esperar a momentos propicios mientras se rearma de manera silente y construye alianzas y estructura hasta que el tiempo amaine. Es una obligación revolucionaria saber que las leyes de la historia no se adaptan a nuestros intereses ni criterios morales.