La derecha española no va a prohibir de manera abierta a los musulmanes rezar. No lo va a hacer porque es ilegal y anticonstitucional y tiene que buscar subterfugios para que no se note demasiado que su plan de apartheid antimoro e islamófobo es una realidad estructurada. Porque eso es lo que hay en la agenda reaccionaria, un plan de pureza étnica que tiene que llevar a cabo poco a poco y con medidas que vayan ampliando la percepción de lo tolerable.

La moción de Jumilla que prohíbe a los musulmanes rezar en los espacios deportivos no recurre a motivos religiosos en su argumentación porque sería ilegal. Prohíbe los actos religiosos en espacios deportivos de forma genérica sabiendo que los únicos que lo hacen en Jumilla son los musulmanes por falta de espacio. Es lo mismo que vetar entrar en todo tipo de recintos religiosos descalzándose sin circunscribirlo a las mezquitas: prohibir una actuación que solo hacen los musulmanes y extenderlo al resto de religiones que no tienen esa manera de proceder.

La alcaldesa fascista de Ripoll prohibió usar el burkini en las piscinas públicas atendiendo a la necesidad de mantener un mínimo de higiene, pero solo es una excusa ornamental y retórica para prohibir que las mujeres musulmanas accedan al espacio público. Lo hizo sabiendo que prohibir usar prendas que te tapen todo el cuerpo es una manera de vetar el uso efectivo de las instalaciones municipales a las únicas mujeres que lo usan. Nunca dirán que son racistas, ni siquiera lo decían los neonazis de los noventa llamándose ordenados, por eso la extrema derecha no se atreve a decir que no quiere a niños negros y moros en España y argumenta para explicar su rechazo a los menores no acompañados que donde tienen que estar es con sus padres. El racismo se expresa con hechos pero se camufla en la palabra con eufemismos, neolengua y falsas generalizaciones para saltarse la ley.

Establecer que la realidad se concreta por lo dicho en los papeles es cretinismo jurídico, ampliamente teorizado por el marxismo, así que no importa lo que diga la ley sino cómo se concreta y lo que el PP ha aprobado en Jumilla más allá de lo que diga el texto es la prohibición de rezar a los musulmanes. La decisión se basa en el racismo antimoro y su objetivo es establecer un apartheid que pueda capitalizar en votos, pero acabará engordando a la extrema derecha que es la que tiene un verdadero ideario desacomplejado enraizado en el esencialismo étnico.

La conspiración de la gran sustitución está argumentada por los ultras no como el plan racista y de pureza étnica que es, sino como una defensa de las costumbres y tradiciones cristianas y occidentales, porque decir que lo que quieren es que Europa sea blanca suena nazi hasta en un momento en que ser nazi es premiado con programas en la tele del misterio. Tampoco van a decir que quieren que solo los blancos y nacidos en España tengan la nacionalidad basándose en el ius sanguinis que establece que son los padres que la determinan y no el lugar donde se haya nacido, por lo que un español de padres marroquíes nunca tendría la nacionalidad aunque hubiera nacido en Lavapiés, Torre Pacheco o Jumilla. En lugar de eso dicen que hay que deportar a los inmigrantes que no cumplan nuestras tradiciones y valores, y luego establecen unos valores que por el simple hecho de existir no pueden cumplir. El plan director de este etnoestado en el que Israel es el referente es de la extrema derecha, pero la mano ejecutora es siempre de la derecha. Vox propone y Feijóo dispone.