No hay un ápice de sarcasmo en el titular. Ayuso merece ser premiada por la universidad porque es un referente inequívoco de la mejor manera de lograr notoriedad y ganarse la vida tras pasar por la universidad. Ayuso es el ejemplo más conocido de cómo el paso por la universidad es accesorio a la hora de lograr una carrera prometedora y de que lo verdaderamente prolífico es acercarse a quien te lo garantice. Ella fue lista, toleró mucho a lo largo de su corta vida laboral ejerciendo como lavapiés de sus superiores, viviendo de los avales de su padre y garantizándose los favores que le proporcionaba pertenecer a un partido corrupto en una comunidad donde hacía lo que le placía. Es el ejemplo perfecto de lo que se premia en Madrid.

Elisa María Lozano, la alumna con mejor nota, sí que no lo merece. De lo que se trata es de demostrar para qué sirve la universidad a la hora de lograr ganarse la vida y tener notoriedad, y es en ese cometido donde la carrera de Isabel Díaz Ayuso es el ejemplo perfecto que merece ser reconocido. De nada sirve ser el mejor expediente y menos aún para alguien como Elisa que ya ha quedado marcada por las ideas inconvenientes a la hora de lograr hacer carrera. Podía haber roto el premio, como puede romper el título, no le servirá de nada para prosperar si pertenece a una familia humilde y defiende ideas de izquierda en este Madrid. La universidad no le servirá más que para ser consciente de esa imposibilidad.

Ayuso no hubiera logrado nada sin medrar desde jovencita en un partido, sin ser una defensora acrítica de todo aquello que le mandara defender los que ocupaban el puesto que ahora ocupa ella. Elisa, la alumna con mejor nota de la promoción, dijo este lunes que el conocimiento es tener criterio, por eso ella no merece ser premiada y Ayuso sí, porque representa lo alto que se puede llegar sin criterio alguno. Ignacio Dancausa, líder de NNGG, que ha acudido a la facultad de Ciencias de la Información para defender y loar a su líder, sería otro ejemplo a premiar por la universidad, porque logrará sin ninguna duda llegar alto con esa actitud. Él es otro magnífico ejemplo de lo poco que importa el conocimiento adquirido en la universidad y de lo mucho que importan las relaciones, el capital social y la nula capacidad crítica para lograr altas cotas de representatividad.

La universidad pública hace mucho tiempo que solo es un sacacuartos para la clase obrera y un filtro para la mejora individual de algunas carreras de hijos de la clase media. Ha dejado de ser una salida colectiva para la clase trabajadora porque se han encargado de ir incluyendo diques de acceso para impedir que quienes menos tienen puedan salir de su situación estudiando. Lo que de verdad importa para lograr un puesto de representación o una mejor situación laboral es el dinero previo o el acceso a contactos que ayuden al acceso a esos puestos. No existe el ascensor social más que como azar para unos cuantos que sirvan como ejemplo disciplinante para el resto de la clase trabajadora. Hay un mensaje implícito, si no tienes una vida mejor es porque no sirves. Pero lo cierto es que un título en la universidad pública ya no sirve más que para ser un trabajador precario cualificado, una carrera universitaria no es más que el acceso a un papel timbrado que colgar en el cuarto, inútil sin un contacto de papá, sin un año pagado en el extranjero, sin un máster pasarela de 12.000 euros o sin afiliarte a Nuevas Generaciones para medrar. Ayuso es el modelo, Elisa solo es carne para McDonalds.