El plató de El Hormiguero ha sido para Pedro Sánchez el Luna Rosa o el Magariños. Un sitio cojonudo. Se lo ha pasado de miedo, ha salido sin una arruga en la camisa y ha destilado la seguridad de cualquier persona que camina por la vida midiendo de 190 centímetros en adelante. Antes de arrancar con el asunto, una confesión. En casa somos abonados del Estudiantes, así que cuando ha deseado que el equipo de baloncesto vuelva a la ACB, hemos aplaudido.

Lo recibieron un puñado de hombres con una coreografía mejorable. Lo entrevistó uno de ellos. Hoy no era tiempo de mujeres, porque hasta las hormigas son dos pedazo de señores llamados Juan y Damián. Nada que temer, por tanto.

Pablo Motos ha iniciado la conversación con tres palabras: "Te veo fit". Esto de los anglicismos lo llevo yo regular, y como no hago deporte, cuando ha repetido el comentario y Sánchez ha contado que corre, hace pesas y demás, me he sentido una miserable sedentaria.

No sé si el presidente estrenaba camisa, pero sí la pulsera arcoíris. Estaba en ese momento inicial de este tipo de complementos, almidonada, con los colores vivos, los nudos recién hechos. Estaba él más chulo que un ocho, diciendo que pesa 94 kilos y confesando que es ancho. Y a partir de ahí se ha puesto a pedalear.

Ha recordado que el programa de este último martes de junio era el número 1879, que es precisamente el año en el que se fundó el PSOE. Nada es coincidencia, todo es providencia. Ha llamado Yolanda a Yolanda Díaz y ese es un error habitual en los señores en política y en el periodismo, háganselo mirar. Ha acusado a sus enemigos de definir el sanchismo como un monstruo de siete cabezas, ha recordado las mentiras de la Fox y la multa que le han puesto a la cadena estadounidense de televisión por difundir mentiras con respecto al asalto al Capitolio.

Ha recordado que las opiniones son libres, pero que los hechos son los que son. Ha rebatido argumentos y el presentador ha citado como personas progresistas a Juan Luis Cebrián, Juan Alberto Belloch, Felipe González y Alfonso Guerra. También ha enumerado un listado de medios favorables al presidente y avanzada la entrevista le ha reprochado a su invitado por qué el PSOE no se entiende con el PP, "si son dos partidos estupendos".

Sánchez ha intentado defenderse de aquellos que lo acusan de mentiroso. Ha recurrido a los clásicos, como Suárez diciendo que jamás legalizaría al PCE, y a González, cuando decía que OTAN, de entrada no. Ha entrado de lleno en la violencia de género – 80 millones de euros destinados al Pacto de Estado cuando llegó, 320 millones de euros ahora cuando igual se va- y ha asumido "toda" la responsabilidad por algunas de las consecuencias de la Ley del sólo sí es sí. Ha dejado regular a Irene Montero y a Pablo Iglesias. En este momento, quizá no así en otros, Emiliano García Page ha aplaudido.

Se ha negado a comparar a Yolanda Díaz con Santiago Abascal. Ha reconocido su error por tardar tanto en pinchar una burbuja que dice estar repleta de bulos y manipulaciones en torno a su persona y a lo que hace desde el Gobierno. Un poco de victimismo quizá, pero basado en hechos reales. Y un detalle. A las entrevistas siempre hay que ir, guste o no la persona que tiene delante. Ahora es tarde, señora.

Se ha negado a dar nombres de medios y periodistas que horadan la democracia con mentiras. Él lo hace porque es presidente del Gobierno y yo porque soy cobarde desde el mismo momento de mi nacimiento.

Ha recordado a todos aquellos empeñados en exhibir su ignorancia, que el machismo dice que el feminismo va contra el hombre, cuando lo que hace es combatir precisamente el machismo. Le ha dicho a Feijóo que ni divorcio duro ni divorcio blando. No habrá convencido a los que le detestan. Puede que haya hecho pensar a unos cuantos.

Y ha dicho que el Falcon hay almendritas y frutos secos. Con lo que eso ensancha. Y se ha ido peinadito y dando las gracias. Si esto fuera First Dates, le habría pedido a Motos una segunda cita, y lo que surja, al menos hasta el 23 de julio.