Coincidiendo con la fiesta grande de Francia, un tunecino afincado allí mataba a 85 personas en la turística Niza, con un camión alquilado. Masacre que los terroristas de Daesh reivindicaron.

Cinco meses después, aprovechando el bullicio de otras fiestas (las navideñas), la historia se repite en Berlín. Otro camión, esta vez robado, a manos de otro tunecino embiste a una multitud en un mercadillo, dejando 12 muertos y medio centenar de heridos.

En marzo de 2017, un terrorista británico convertido al islam siembra el pánico en las inmediaciones del Parlamento en Londres al atropellar con un todoterreno a numerosos transeúntes. Después, ataca con un cuchillo a los policías. Cuatro personas mueren en el acto y una quinta como consecuencia de las heridas sufridas al caer en el Támesis.

Tres semanas después, otro camión atropella a una multitud en una calle peatonal y comercial de Estocolmo. Tres personas mueren y otras ocho quedan lesionadas.

El 3 de junio, Londres vuelve el pánico terrorista: tres hombres arrollan a una veintena de transeúntes con una furgoneta junto al puente de Londres. Luego apuñalan a varias personas en el Mercado de Borough. En total asesinan a siete personas, entre ellas el español Ignacio Echeverría. Y hieren a decenas más antes de ser abatidos.

Es una de las brutales tácticas que está en el "Manual del Buen Soldado" yihadista. Ya en 2010, la rama yemení de Al Qaeda hablaba de "la segadora definitiva" de almas. En 2014, los líderes de Daesh exhortaban a sus seguidores a "ir atropellando a los infieles con sus coches".