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Europa

Visitar la reserva de alces de Gårdsjö

En el centro de Suecia, es posible visitar a los animales y dormir a un paso de ellos.

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No hay animal que se pueda identificar más con Suecia que el alce. No solo en Navidad, los suecos encuentran en él todo un referente de su fauna más tradicional, de ahí que lo cuiden y mimen. Ejemplo de ello es la reserva de Gårdsjö, situada en el centro del país, a poco más de dos horas en coche de Estocolmo. A su alrededor se ha creado toda una infraestructura turística que incluye, además del parque natural, un sinfín de actividades e incluso la posibilidad de pernoctar. Los niños serán los que más disfruten, ya que todo comienza con un viaje en tractor hasta donde pacen los alces. Se llama el Moose Safari y sale a las 11 en punto del edificio principal del complejo, con el granjero principal en cabeza. Juntos aprenden todo acerca de estos mamíferos, con clases y talleres en inglés y sueco. Es posible acercarse a ellos, alimentarlos con supervisión de los responsables... Eso sí, es el animal el que tiene que decidir si quiere o no acercarse a los visitantes, ya que son muy miedosos. Eso sí, los que vencen la timidez y se dejan acariciar brindan a los pequeños una experiencia inolvidable. Este tramo de la visita se realiza siempre dentro del vagón enganchado al tractor y se advierte a todo el mundo que nunca han de tocar la boca del animal. Para pasar la noche se han habilitado pequeñas casas de campo tradicionales suecas, auténticos 'cottages' en los que, si se desea, se puede incluso reservar una cena de navidad con vino y pan de jengibre caliente con especias. Esos días, los alces se coronan con coronas para celebrar un cambio de año lleno de buenas nuevas. Pero también el resto del año merece la pena, ya que es el mejor modo de disfrutar del ambiente natural del centro de Suecia en compañía de sus animales más emblemáticos. Este año han nacido siete pequeñas crías en el parque, por lo que harán las delicias de los más pequeños gracias a sus movimientos aún temerosos, aunque ya corretean y juegan entre ellas en las praderas. Son 25 hectáreas las que tienen para hacer lo que deseen, sin riesgos a sufrir un accidente; y el mejor lugar para acercarse al alce en Europa.

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