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MAR, NATURALEZA, LEYENDAS, MAGIA Y PATRIMONIO

Cinco espectaculares rutas otoñales por Bretaña

Con 2.700 kilómetros de costa en los que se alternan playas con rocas escarpadas y puertos pesqueros, Bretaña ofrece numerosas opciones para disfrutar de sus paisajes. Andando, en bicicleta o incluso en kayak, cualquier medio es perfecto para enamorarse de sus rincones, que en otoño se vuelven aun más hermosos.

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Salir de excursión en Bretaña permite fundirse con la naturaleza y disfrutar de la magia de sus encantadores rincones, sus preciosos pueblecitos y sus leyendas. Hoy os proponemos cinco rutas, perfectas para recorrer en pareja o en familia esta región del noroeste francés, una zona de ascendencia celta que llama la atención nada más se pone un pie en ellas. Llevar a cabo cualquiera de las cinco es una manera diferente de conocer esta preciosa tierra.

1. El GR® 34, conocido como el Sendero de los Aduaneros es una de las mejores infraestructuras para amantes de las caminatas de toda Europa. Recorre más de 1.800 kilómetros por la bellísima costa bretona en paralelo al mar. Es una ruta que solo se puede realizar a pie, exclusiva para los amantes de la vida al aire libre. Seguirla es la mejor manera de explorar y conocer, los paisajes y lugares más famosos de Bretaña. Así, recorre la bahía del Monte Saint-Michel, la costa Esmeralda, la de Granito Rosa, las rías al norte de Brest, la península de Crozon, la costa de Cornualles, la Costa Salvaje y los paisajes del golfo del Morbihan. Además, en esta senda descubrirás puertos, marismas y calas, así como, a lo lejos, las islas bretonas.

2. El canal de Nantes a Brest está considerado como la mayor obra tecnológica del siglo XIX. Una ruta ideal para recorrer a pie, en bicicleta e incluso en barco. Desde la emblemática ciudad de Nantes, recorre el interior de Bretaña. Una vía de 364 kilómetros que pasa por algunos pequeños pueblos con encanto como Malestroit o Rohan, por abadías como la de Bon-repos y por fortalezas medievales como la de Josselin.  Los más deportistas pueden recorrer esta ruta, y sus 328 esclusas, en tan solo una semana, pero, aunque no termines el recorrido completo, por etapas es simplemente encantador. Este camino de agua aúna paisajes naturales, las montañas de Arrée, y ciudades históricas imprescindibles.

3. No hay nada como el amanecer en la cumbre de los Montes de Arrée. Los paisajes de esta parte más desconocida de Bretaña tienen una luz especial y esconden los misterios del interior de la región. Se necesita algo de forma física, pero el recorrido en otoño es simplemente espectacular. Hay varios niveles de dificultad en los más de 250 kilómetros de circuitos señalizados que recorren valles boscosos y cimas afiladas. Estamos en el Parque Natural de Armórica, una tierra salvaje protegida donde se ubicaba el legendario reino del Yeun Elez, y cuidado porque en algún lugar desconocido se abren las puertas del infierno, donde existió un lago sin fondo, hoy escondido, que se traga a las almas condenadas. Todo esto te lo contarán en los paseos que se organizan al amanecer con guías cuentacuentos. Leyendas, magia, deporte y naturaleza. Te gustará aunque no seas un especialista en montaña.

4. En el bosque de Brocéliande nació la leyenda del Rey Arturo, un lugar de magníficos bosques, entre landas y estanques, mágico, donde uno puede sentir la naturaleza. El bosque es un gran terreno de juegos, tanto para los senderistas como para los amantes de la bicicleta. Casi 200 circuitos señalizados combinan senderos forestales y caminos de sirga sin mucho desnivel. Aquí puede que te topes con Merlín, el hada Viviana o algún duendecillo bajo los árboles centenarios. Para descubrir los secretos de este lugar lleno de magia, existe la posibilidad de adentrarse por el bosque acompañado de un cuentacuentos que convertirá tu paseo en una experiencia inolvidable.

5. Las islas Glénan son un archipiélago frente a la costa que algunos llaman 'el Tahiti bretón', al ser un auténtico paraíso natural. Y en él, el kayak es el medio de transporte más idóneo para bordear las siete islas que lo componen, así como descubrir sus calitas de aguas cristalinas y sus largas playas de arena blanca. Cuando se van los barcos con los últimos turistas hacia el continente, empieza la expedición. La tranquilidad de esta reserva natural permite conocer a los únicos habitantes del lugar: los cormoranes y las gaviotas, antes de disfrutar de una parada privilegiada en la isla desierta de San Nicolás y regresar al puerto de Sainte-Marine. Aunque lo parezca, no estamos en Tahiti, sino en Francia, en el océano frente a Concarneau, una preciosa ciudad ubicada en una de las bahías más espectaculares de la región. Viajar a las islas de Glénan es soñar despierto, es estar lejos de todo en medio del mar.

Más información:
Turismo de Bretaña

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