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SEGÚN UN ESTUDIO

Más del 75% del hábitat de la megafauna marina se solapa con actividades humanas

Un estudio internacional con participación de la Universidad de Valencia ha identificado las zonas del océano que las grandes especies marinas utilizan para migrar, alimentarse o reproducirse. Muchas de ellas coinciden con áreas de pesca, rutas de transporte marítimo y regiones contaminadas por plásticos, además de verse afectadas por el aumento de la temperatura.

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Los investigadores Jesús Tomás y David March, de la Universitat de València, participan en MegaMove, un estudio internacional respaldado por la ONU cuyos resultados se publican hoy en Science. Cerca de 400 científicos de 50 países han colaborado en esta investigación, que identifica las ubicaciones más críticas para 100 especies de megafauna marina.

En concreto, los dos investigadores han estudiado el movimiento, la distribución y el desplazamiento de tortugas marinas en el Mediterráneo, el Atlántico oriental y el Caribe, mediante sistemas de seguimiento satelital.

El trabajo, liderado por la Universidad Nacional Australiana (ANU), incluye especies como tiburones, ballenas, tortugas, pingüinos y focas, grandes depredadores con funciones cruciales en las redes tróficas marinas que afrontan crecientes amenazas por el impacto ambiental de la actividad humana. Los resultados se han publicado en Science.

Un tercio de la megafauna, en peligro

Un tercio de esta megafauna está en peligro de extinción, y más del 75% de sus hábitats críticos se solapan con la pesca, el transporte marítimo, la contaminación por plásticos o el aumento de la temperatura. Además, el 66 % del espacio que utilizan estas especies se destina a comportamientos clave: un 50% al migratorio y un 45% a comportamientos de residencia, como el apareamiento, la búsqueda de alimento o el descanso.

Tomás, experto en tortugas marinas, profesor del Departamento de Zoología de la Facultat de Ciències Biològiques e investigador del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (ICBiBE), destaca: "Los grandes vertebrados marinos son más difíciles de estudiar que los terrestres por su difícil acceso; sin embargo, el seguimiento satelital permite obtener información detallada y actualizada de su comportamiento, uso del hábitat, distribución y rutas migratorias, así como de las amenazas potenciales de origen humano con las que pueden interaccionar en sus viajes por el mar".

Pesca y tráfico marino

Por su parte, March, investigador de excelencia CIDEGENT en el ICBiBE, que también ha trabajado en el uso de sistemas electrónicos para monitorizar actividades humanas como la pesca o el tráfico marítimo, señala: "Este trabajo permite, por primera vez, ofrecer una visión global sobre las zonas donde existe una mayor interacción entre presiones humanas y la megafauna marina".

En investigaciones previas, ambos científicos ya habían demostrado que las áreas marinas protegidas actuales no bastan para conservar los hábitats críticos de estas especies. También participan en el proyecto europeo LIFE OASIS, que estudia cómo proteger a las tortugas marinas de los aparejos de pesca abandonados en el Mediterráneo.

El estudio, basado en más de 12.000 trayectorias de 110 especies que cubren el 71,7% de los océanos durante 30 años, revela que las áreas de protección marina actuales abarcan solo el 8% de la superficie oceánica mundial. El Tratado de Alta Mar de la ONU aspira a ampliar esta cifra hasta el 30%.

Un tratado pendiente de ratificación

La investigación concluye que los objetivos de dicho tratado —firmado por 115 países pero aún pendiente de ratificación— representan un avance importante y serán clave para impulsar la conservación, pero resultan insuficientes para cubrir todas las áreas críticas utilizadas por la megafauna marina amenazada. Por ello, se plantean medidas adicionales de mitigación.

Ana Sequeira, ecóloga marina de la ANU y autora principal del estudio, explica que las zonas utilizadas por la megafauna marina para comportamientos importantes solo pueden identificarse mediante el seguimiento de sus patrones de movimiento.

Además de proteger ciertas áreas, los investigadores proponen estrategias de mitigación como el cambio de artes de pesca, el uso de luces diferentes en las redes y la modificación de los esquemas de tráfico marítimo.

La investigación se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, en particular con el Objetivo 14 sobre la vida submarina, y con el Objetivo A del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, centrado en frenar la extinción de especies amenazadas inducida por el ser humano.

Referencia del artículo:Ana M. M. Sequeira et al. 2Global tracking of marine megafauna space use reveals how to achieve conservation targets2. Science, 2025.

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