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¿FRACCIONARÍAS VARIOS E-BOOKS PARA LEER UNO NUEVO?

El zapping llega a los libros (electrónicos)

Apple ya lo hizo con iTunes. Convenció a los músicos para que vendieran su música más barata single a single, en lugar de todo el disco. En YouTube, el hábito es el picoteo, de vídeo a vídeo. Ahora, el zapping llega también a los libros electrónicos. Saltas de un e-book a otro, eliges lo mejor de cada uno y creas un libro nuevo.

Una persona lee un e-book desde su e-reader

Una persona lee un ebook desde su e-reader TecnoXplora

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Eres un lector de novelas y te dicen que hay una máquina que puede trocear lo que consideras mejor de ‘Rayuela’, ‘Cien Años de Soledad’ y ‘Pedro Páramo’. Con los trozos, la maquina te crea un libro nuevo. O bien, te permite comprar solo el capítulo 68 de la obra de Julio Cortázar; el resto no lo quieres.

Puede que te suene a aberración. ¿Mutilar el arte? Nadie visita el Louvre para observar únicamente la sonrisa de la Gioconda: queremos todo el cuadro, aunque nos fijemos siempre en ese detalle. Sin embargo, ¿qué pasaría si salimos de nuestra zona de confort?

Steve Jobs lo hizo y convenció a músicos como Bob Dylan para que se prestaran a vender su música fraccionada en iTunes o bien en packs más baratos. Dylan mordió la manzana y la venta barata single a single –el LP por trozos o toda la discografía en packs- se ha convertido en un estándar.

Ahora, una plataforma llamada SliceBooks quiere que escritores, editores y lectores cambien de hábito. En su site, se venden capítulos o fracciones de un e-book que se pueden remezclar. Es algo así como el zapping de los libros.

El usuario picotea de título en título hasta lograr conseguir el ‘slice’ que le gusta de cada uno para con todos esos fragmentos compilar un nuevo libro electrónico.

¿Suena a playlist de Spotify, verdad? Sí, esa plataforma de la que decían que acabaría con la música.

“Quizás me equivoque, pero creo que en los libros no triunfará. Lo intentó Stephen King con ‘The Plant’ y le salió mal. No sé si ahora que hay una nueva cultura de las compras por internet podría funcionar, pero un libro no es una serie de televisión, requiere de una continuidad y es, al fin y al cabo, una unidad”, opina el escritor Juan Gómez Jurado.

CULTURA REMIX

Es cierto. Pocos lectores encontraremos que deseen leer varios ‘slices’ de varias novelas. Sin embargo, pensemos de nuevo en la música. Los popurrís –megamix era el anglicismo- triunfaron en los 80 y 90. Ah, pero era música.

“La cabida natural de SliceBooks o plataformas similares está en el libro académico, en los títulos de gastronomía o en los de viajes, por citar tres ejemplos. Un lector puede crearse su propio e-book de ensaladas con recetas de varios chefs o un circuito de bares nocturnos de tres ciudades diferentes, con varios capítulos de tres guías de viajes distintas”, explica Javier Celaya, fundador de Dosdoce.com

Este experto asegura que el mundo del libro, frente a la industria musical, todavía está acostumbrado a ‘la venta por unidad’ o no a ‘lo fragmentado’. Aunque lo cierto es que editoriales técnicas, como O'Reilly, o de viajes, como Lonely Planet, ya usan SliceBooks como experiencia de edición y lectura.

Imaginemos, entonces, que triunfa la cultura remix en el libro y que cada lector crea con fragmentos nuevos títulos y que los comparte en redes sociales como una playlist. Sería disruptivo, pero permitiría al editor y a los lectores recomendar, descubrir y compartir esos nuevos e-books que salen de trozos de otros e-books.

“No lo veo, porque nadie vende una película a trozos tampoco. A mí, no me convence la idea, aunque entiendo que hay una intención de ‘prueba y sigue’ que puede tener su justificación en el mercado”, apostilla Gómez Jurado.

Sin embargo, en España somos un país raro. Las películas que emiten en la televisión se mutilan una, dos, tres y mil veces con publicidad. Cierto que es un contenido gratis, pero pregunta a tus padres o abuelos.

Seguro que recuerdan cuando pagaban por una peli, entraban al cine y, a mitad del metraje, la sala concedía un intermedio para que compraras palomitas o fueras al baño. Luego, sonaban tres timbres anunciando el fin de ese descanso. ¿Era o no eso contenido cultural fraccionado? Sí, pero no remezclado.

“Son cambios de hábitos que veremos si funcionan o no. En Japón, por ejemplo, los lectores que van en Metro o en tren piden y compran ‘30 minutos de lectura’ y algunas plataformas en streaming se los dan”, afirma Javier Celaya.

El usuario lee una novela fraccionada o cualquier otro género durante este tiempo en que regresa a casa o va al trabajo. Volverá o no al libro al día siguiente, como cuando dejamos sin leer uno impreso sobre la mesilla de noche, porque no nos ha gustado.

PAGOS IN-APP

“Yo, si fuera editor, fraccionaría todo o parte de mi fondo editorial y lo remezclaría para venderlo 'n' veces; o por fragmentos según esté o no enganchado el lector al libro. Pensemos en los videojuegos para móviles por los que pagas in-app para avanzar en el juego o lograr más vidas, más personajes, etc. O en la prensa, donde algunos diarios online te cobran por artículo. ¿No se podría trasladar ese modelo de micropagos al libro?”, finaliza Celaya.

Con todo, la historia se repite. Charles Dickens o Alejandro Dumas publicaban sus novelas por capítulos en los cuadernillos de un periódico. Así, el género del folletín decimonónico modulaba su manera de escribir, pero también la de leer. Sus lectores accedían a la novela de manera fraccionada, tanto en el tiempo como en el formato. Eran románticos, eran burgueses; y los ciudadanos accedían así a la literatura popular.

Porque, a veces, lo disruptivo, como Slicebooks, no es novedoso, sino vintage, aunque la tecnología lo disfrace hasta hacernos perder la memoria.

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