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DISCUSIONES INTERMINABLES, GENTE CON MAPAS...

Diez escenas cotidianas que ya no vemos gracias a internet

Si eres un romántico, puede que eches de menos estas escenas. Pero te lo advertimos: solo las echas de menos tú. Nadie más. En absoluto.

Esta escena la vemos cada vez menos gracias a los smartphones y tablets

Esta escena la vemos cada vez menos gracias a los smartphones y tablets TecnoXplora

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¿Te acuerdas de cuando no había internet? Si eres un nostálgico o un amante del statu quo pensarás que todo era mejor cuando no teníamos tanta tecnología y los teléfonos no estaban conectados al mundo. Sin embargo -créenos- es mejor así. Gracias a internet, algunas de las escenas más comunes de los últimos años han pasado a la historia. Estas son algunas de ellas.

1.- Colas kilométricas para comprar entradas. Los partidos entre Real Madrid y Barcelona siempre han sido un espectáculo no solo por el fútbol, sino también por las interminables colas que, una semana antes del partido, se formaban en las taquillas del estadio para comprar las mejor entradas. Una escena que también se trasladaba a los conciertos multitudinarios, donde las fans se agolpaban durante días para poder ver a su ídolo. Ahora, la única forma de hacer cola ante un estadio de fútbol es que el club decida incordiar a los aficionados y no vender por internet. Y las fans de Justin Bieber se agolpan durante días... pero no para comprar entradas, sino para oler su sudor a menos de diez metros.

2.- Discusiones interminables. Eran muchos los contextos que se daban a esta práctica: un botellón con los amigos, una cena, una reunión familiar... De repente, una persona dice una cosa y otra dice justo lo contrario. Y claro, se arma una discusión en la que ambos luchadores pueden zurrarse verbalmente todo lo que quieran, porque es una mera lucha de versiones sin que se pueda dictaminar un ganador. Ahora, el smartphone y San Google han acabado con esas tensiones tan innecesarias como tradicionales.

3.- Turistas buscando una calle en el mapa. ¿En serio siguen existiendo los mapas en papel? Es cierto que esta estampa aún no ha desaparecido del todo, pero cada vez es menos frecuente. Porque, ¿quién no tiene navegador en el móvil para poder orientarse en una ciudad que no conoce? Incluso si estás fuera de tu país, es muy probable que ya te hayas configurado un mapa disponible sin conexión.

4.- Mandar vídeos a la televisión. ¿Te acuerdas de esos míticos programas de televisión que daban buena cuenta del porrazo que se daba tu tía Juani en la boda de tu prima? De hecho, si te lo montabas bien, hasta podías ganarte un dinerito vendiéndoselo al programa de turno. Ahora es más difícil ganar dinero, pero YouTube se ha convertido en un almacén infinito de este tipo de escenas costumbristas.

5.- Preparar tus vacaciones en una agencia de viajes. Hace veinte años, si querías irte de vacaciones las opciones eran más bien limitadas: tenías que ir a una agencia de viajes a que te ofreciesen sus packs vacacionales, que no destacaban precisamente por su diversidad. A día de hoy, internet está al alcance de tu mano para planificarte las vacaciones más raras y estrambóticas que se te ocurran.

6.- Enseñar las fotos de tu viaje a Tegucigalpa. Lo que seguro que lo que no echas de menos es a la típica amiga que te abordaba con el álbum de fotos de su viaje a un sitio que ni te interesa ni te interesará jamás. Algunos, los más iconoclastas, incluso te llevaban a su casa para, con la luz apagada, mostrarte en diapositivas lo apasionante de su aventura. Si eso no es un punto a favor de internet, tú me dirás qué es.

7.- Consultar libros de una tonelada. Todos pasamos por algún momento de nuestra adolescencia en el que, por alguna razón, teníamos que consultar el mamotreto de veinte tomos que adornaba el salón. Como la cosa se complicase, teníamos que rompernos las costillas en la biblioteca cargando con libros, diccionarios, manuales... Ahora lo tenemos todo en una pantallita, y ya no tenemos que preocuparnos de que el libro que busquemos no esté en la pequeña biblioteca de nuestra ciudad.

8.- Conseguir información de la persona que te gusta. Hace años, si te gustaba una chica, saber algo de ella antes de intentar nada se convertía en toda una pericia: tenías que conseguir que un amigo tuyo hiciera de informador, que una amiga suya hiciese de puente, mirarla de reojo para ver qué hacía... Ahora, Facebook te da la llave para que, antes de lanzarte, puedas tener un informe completo. Vale, es menos romántico y le quita algo de gracia al asunto, pero, ¿y el tiempo que te ahorras?

9.- Grabar programas de la televisión. Antes, tus gustos televisivos se marcaban, básicamente, por dos parámetros: lo que puedo ver según el horario y lo que no. Si te lo currabas un poco más, preparabas tu cinta VHS (o Beta, si eras un fósil), lo grababas y lo veías después. Ahora todo eso suena a la Edad de Piedra: en la web o en tu dispositivo móvil puedes ver los contenidos que quieras cuando quieras.

10.- Difundir bulos de tu ciudad. Te voy a contar algo flipante: un amigo de un amigo del primo de mi compañero de clase tenía una serpiente y observó que, todas las mañanas, la serpiente amanecía a su lado. Pasado un tiempo, la llevó al veterinario y este le dijo que había que sacrificarla. ¿Por qué? Porque lo que estaba haciendo la serpiente era medirle el cuerpo... para comérselo. Si has leído hasta aquí, basta con que copies y pegues esta historia en Google para saber que ha pasado en todas y cada una de las ciudades del mundo.

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